Por medio de un examen de rutina, me diagnosticaron cáncer de mama. Tras la mamografía y la biopsia, quedó claro la necesidad de una intervención quirúrgica.
El médico intentó consolarme diciendo que no le hubiera gustado darme esa mala noticia, pero, al contrario de entristecerme, me sentí indignada, y comencé a luchar contra ese mal a través de la fe.
Cada domingo bebía el Agua Consagrada. Fui sometida a la cirugía. Después el oncólogo resaltó que era urgente realizar los tratamientos de quimioterapia y radioterapia. A medida que realizaba las sesiones, oraba a Dios, pues no aceptaba esta situación, que apenas tuviera la ayuda humana, pero que principalmente tuviera la mano de Dios actuando a mi favor.
Cuando estaba por terminar el tratamiento, cansada de esa situación hice un desafío con Dios, era todo o nada, yo no aceptaba más ninguna mala noticia. Me realizaron los nuevos exámenes y no había más ningún rastro de células cancerígenas. Estoy curada.
•• Aldir Santos no dudó por ningún intante que la fe en la Palabra de Dios le devolvería su salud.