El mundo hollywoodiense está en alboroto con la estrella del largometraje “Ninfomaníaca”. En Brasil, la película apareció en las pantallas el viernes, pero su fama llegó mucho antes. “Ninfomaníaca” es una película consagrada antes del nacimiento y no exactamente por el talento de quién trabajó en la misma.
Desde el comienzo del 2013, el equipo de marketing responsable por la divulgación de la película se empeñó en divulgar pocas informaciones sobre el rodaje y muchas sobre las escenas de sexo que habría en la película. Como consecuencia, se creó un ambiente de curiosidad y admiración por la película. A cada nueva foto, a cada nuevo tráiler, más crecía el deseo del público y de la crítica.
Aunque sepamos solo que el rodaje cuenta la historia de una ninfomaníaca, saber que existen escenas de desnudez y sexo explícito hizo que la película sea una de las más – si no la más – esperada del año.
Considerando solo lo que el marketing dijo sobre la película, serán 5 horas 30 minutos de un “porno de lujo”, con buenos actores y un director admirado. Se puede decir que el equipo de ventas cumplió su papel, despertando la curiosidad y garantizando el éxito de taquilla. Pero, ¿hasta qué punto esa curiosidad desenfrenada por el sexo es positiva?
Sexo, sexo y más sexo
Estamos rodeados, todos los días, prácticamente todos los momentos, por escenas de sexo. Una considerable parte de la publicidad actual está relacionada a la sensualidad, cuando no es así, al erotismo. Bebidas, música, autos, perfumes, ropa. Son innumerables las marcas que se apoyan en el deseo sexual para aumentar sus ganancias.
El caso de esta película deja claro que eso funciona. Pero no es porque funciona que le hace bien a la población.
La súper exposición del cuerpo, convierte a la sensualidad en erotismo barato. ¿Por qué, por ejemplo, las cantantes necesitan lanzar clips y más clips con escenas de sexo? ¿Qué es lo que hace que una marca de bebida abuse de la apariencia femenina en sus propagandas? ¿Por qué son tan importantes para las telenovelas las “escenas calientes”? ¿Acaso el producto no se sustenta por sí solo? ¿Su calidad no es suficiente para venderlo como lo que realmente es y no como un simbolismo que buscan dentro del comprador un deseo sexual?
“El sexo hoy es el papel tapiz de nuestra sociedad”, garantiza el obispo Renato Cardoso en su blog. “Está allí, decorando todo a nuestro alrededor. En la moda. En la TV. En las publicidades. En las revistas. En las canciones. En los videojuegos. En las escuelas. En los cines. En los estantes de best-sellersen las librerías.”
¿Y cuál es el resultado de esa ola de muestra de piel y poses provocativas?
De acuerdo con el obispo, “la banalización. El aburrimiento. Los vicios sexuales. Nada que mejore el matrimonio.”
Usted y todo eso alrededor
“Las mujeres no son objetos sexuales. Las mujeres deben ser respetadas, admiradas y cuidadas. Si usted ve a la mujer de forma como ellos la retratan en esas películas, videos, páginas de internet, revistas, radio y canales de TV, no la merece de ninguna manera, sea ella una amiga, una esposa, una novia o una hija.” La afirmación, de Cristiane Cardoso, es fuerte, pero justa.
Si alguien cree que la mujer es solo un objeto a ser conquistado después de beber esa o aquella cerveza, ¿cómo podrá respetarla de la manera que merece en una relación? Lo mismo ocurre de la otra mano: si el hombre fuera atraído solo por un jeans apretado, ¿cuál sería su valor?
Estas preguntas aparecen de vez en cuando en la mente de algunas personas. Hay quienes entienden la propaganda solo como un medio de ventas; hay quienes no consiguen hacer esa distinción.
Fue por medio de reflexiones como esta que nació, por ejemplo, el grupo Godllywood (Sisterhood, al comienzo). Cristiane Cardoso y Evelyn Higginbotham buscaron un medio de alertar a las mujeres sobre el mensaje que estaba siendo transmitido por la pantalla grande.
“Así como Hollywood ha usado sus poderes para degradar a nuestra sociedad, nosotras podemos usar el poder que Dios nos ha dado, Su Espíritu, para guiar a muchachas a una sociedad diferente. Si las muchachas son enseñadas sobre cómo ser mujeres de Dios, entonces la sociedad tendrá madres, hijas, compañeras de trabajo, familias y mujeres mejores, que valoran las cosas buenas de la vida”, asegura Cristiane.
El obispo Renato, a su vez, afirma que “lo que la sociedad sexualizada le ha hecho a las parejas es despertar un gran interés en el sexo con otras personas, no con el cónyuge. Los maridos están dejando a la mujer de verdad a su lado por las virtuales. Las esposas (se sienten), frustradas porque sienten que están en una competencia injusta con las mujeres artificiales codiciadas por sus maridos”.
La sensualidad exacerbada y el sexo banalizado son armas usadas para alcanzar a todas las personas. Pero la pregunta es: ¿usted va a dejarse ser alcanzado por ellos?