Quedé huérfana desde muy pequeña, mi padre me regaló a un familiar, y siempre viví con añoranza de mi familia, me sentía vacía y sola.
Después fui a vivir con otra persona, donde fui victima de un abuso sexual, el cual me llenó de tristeza algo que no podía superar.
Cuando me hice de compromiso, y por aquel abuso sufrí muchos problemas con mi esposo, él no confiaba en mí, sentía desprecio por mí, mi esposo me era infiel, discutíamos mucho y me humillaba.
Me enfermé y comencé a sufrir con un problemas en la columna, me inyectaron mal una raquídea, fui perdiendo el movimiento.
Económicamente había mucha miseria, no tenía casa propia, la comida era escaza y mi vida era precaria.
Mi suegra me invitó a la Iglesia Universal, porque ella me veía triste por todos los problemas que tenía, decidí ir, pero no llevaba las cosas de Dios en serio, no Le obedecía, así pasó el tiempo y comencé a tener problemas espirituales, una voz me decía que me matara, que me ahorcara o que me corte las venas, entonces entendí que sólo Dios podía ayudarme, comencé a depender de Él, me entregué por completo, me bauticé y comencé a obedecer.
En una Hoguera Santa hice un desafío con Dios, yo necesitaba que toda mi vida fuera transformada, y Dios no tardó en responderme, fui liberada de todos los males que me atormentaban, fui curada, mi familia fue restaurada, mi esposo cambió completamente, ahora me valora y cuida, económicamente Dios nos abrió la visión, tenemos nuestro negocio propio, adquirimos nuestra casa, camión y autos, pero mi más grande conquista fue recibir el Espíritu Santo, Él me dio paz, arrancó los traumas, me dio alegría y la capacidad de vencer cualquier dificultad.