Tocando en la misma “tecla” en cuanto a la purificación, el ser humano necesita entender que las enfermedades están en el cuerpo y las impurezas en el alma.
“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador.” Malaquías 3:2.
Dios es el fuego purificador que quita las impurezas del alma, sólo Él puede hacer que el ser humano vuelva a su estado original.
Todos al nacer éramos puros, pero a medida que crecimos, en este mundo, nos contaminamos con todo tipo de impurezas.
Entonces ¿qué se requiere para volver a nuestro estado inicial u original? Que el fuego de Dios se manifieste en nuestras vidas, quemando todas las impurezas, y una vez que esto sucede, nos volvemos puros para Dios.
Por ejemplo, los refinadores de metales caros como el oro y la plata utilizan el fuego para purificar estos metales, sólo así eliminan las impurezas de los mismos.
¿Cómo sabe el refinador que la plata está lista para ser utilizada? Cuando después de haber terminado el proceso en el fuego, él puede reflejarse en ella, mientras el refinador no se refleje en la plata, la materia aún no está lista para ser usada.
Amigo lector, ¿será que las personas que le rodean consiguen ver el reflejo de Dios en usted, en lo que hace, dice o en cómo se comporta?
Muchos no han conseguido reflejar una nueva imagen, debido a que en su interior aún existen varias impurezas y mientras ellas continúan ahí, no habrá posibilidad de volver a su estado original de creación, el de pureza.
De repente, al leer este artículo usted se da cuenta que su pasado ha sido oscuro, lleno de malas decisiones y actitudes, pero todo eso será eliminado, si a partir de ahora usted toma la decisión de entregarse 100% a Dios, entonces Él descenderá sobre usted y le purificará de toda impureza que no le permite tener paz ni felicidad.