Entre usted y el Señor Jesús existe una relación? ¿Usted le obedece, Lo sigue, hace Su voluntad, guarda Su Palabra? ¿Viene a la Iglesia porque desea conocerlo?
Dios no tiene nada que ver con las tragedias que muchas personas pasan, Él dio a cada uno libre albedrio, por eso usted es libre para elegir lo que quiera, pero nunca se olvide que todo lo que escoja, usted estará sembrando y más tarde recogerá aquello.
La vida es el resultado de sus decisiones, si usted espera días mejores, cuide que las decisiones de hoy sean las mejores, de lo contrario, por más optimista que sea, no podrá esperar nada bueno.
Tener una vida mejor no depende de tener suerte, se trata de tener a Dios en su vida. Si dependiera de la suerte para ser feliz, estará perdido..
En el mundo sólo existen dos personas, la persona bendecida que es la propia bendición; y la persona maldecida que es la propia maldición.
Cuando una persona está viviendo bajo la maldición, todo en ella es malo; sus ojos, sus pensamientos, sus sentimientos, ¡todo! Por eso Jesús dice: “…Pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.” (Mateo 6:23)
Esta es la razón por la que hay personas que todo ven mal, tienen malos pensamientos, malos sentimientos y todo lo mal interpretan.
Hay personas que cuando alguien les da un consejo por su bien, lo toman a mal y se sienten ofendidos.
Amigo lector, Dios ya bendijo a todos los que Le obedecen, pero cuando decide no obedecer está abriendo la puerta a las maldiciones en su vida. ¡No por Dios! Pues Dios no maldice a nadie; pero están maldecidos por su propia desobediencia.
Quien está bendecido, su vida es un ejemplo para todos; pero quien está maldecido, su vida es como un desierto, en todos los aspectos está trabada; y aún que la persona tenga mucho dinero, espiritualmente siente que no tiene nada.
“Y cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual vas para tomarla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim, y la maldición sobre el monte Ebal.” (Deuteronomio 11:29)
Dios ya determinó la bendición para los que le obedecen, y contra éstos ¡no hay mal que prevalezca!
La maldición fue puesta en el monte Ebal para los desobedientes, que en su rebeldía decidieron obedecer a su propio corazón y no a Dios.