Codicia. Esta es una característica cada vez más presente en las personas. La búsqueda incesante del dinero, de los bienes materiales y, peor aún, sin medir esfuerzos.
Labán, suegro de Jacob, es un ejemplo de este tipo de personas. Él vio en su yerno Jacob, una oportunidad de explotar su mano de obra y así lo hizo al ofrecer a su hija menor, Raquel, a cambio de 7 años de trabajo (Génesis 29:20).
Sin embargo, no contento con explotar laboralmente a Jacob, lo engañó y le dio a Lea, su hija mayor, como esposa, sin que Jacob notara el cambio (Génesis 29:25). Labán fue injusto con Jacob y lo hizo trabajar por 7 años más, para poder tener a Raquel como esposa (Génesis 29:27-28).
¿Cuántas veces usted ya se sintió así, engañado por amigos, jefes, en fin, usado para ganar a través de su trabajo?.
Muchas veces dejamos de confiar en Dios para confiar en algún “Labán” que aparece en nuestras vidas. Ponemos toda nuestra confianza en el trabajo dedicado a su bien y nos olvidamos de que dependemos totalmente del Señor.
Jacob es prueba de eso. Después de ser traicionado, Dios hizo que nacieran más ovejas salpicadas, manchadas y de color, para que él se enriqueciera más que Labán (Génesis 30:37-43). Dios es justo, no dejó que Jacob fuera perjudicado.
Eso es lo que Dios hace, bendice las manos de los justos, que trabajan, incluso bajo engaño. Él siempre tiene el control de cualquier situación.
Eso es lo que Dios hace, bendice las manos de los justos, que trabajan, incluso bajo engaño. Él siempre tiene el control de cualquier situación.