El derecho de primogenitura en los tiempos bíblicos no garantizaba solamente una parte mayor de la herencia, sino también el liderazgo sobre la familia. Y el sueño de Jacob era ser el primogénito, ser el primero.
Dentro de la Iglesia existen muchas personas que han obtenido el carácter de Dios. Por otro lado existen aquellos que se dicen cristianos, pero aún tienen un mal carácter. Y solamente cuando hay un cambio de carácter y de comportamiento en la vida del cristiano, cuando deja que la gloria de DIos resplandezca en su vida.
Si usted valora las bendiciones de Dios entonces consecuentemente Él va a valorar su vida. Podemos ver como muchos en los días de hoy intercambian las bendiciones de Dios por los placeres de este mundo, aun sabiendo que son momentáneos.
Jacob no sólo DESEABA HEREDAR la primogenitura. El la QUERÍA CONQUISTAR, y luchó toda su vida para lograr lo que para él era de gran valor, pues la primogenitura representaba la promesa de Dios.
Desde el vientre de su madre, Jacob ya luchaba por algo que por derecho le pertenecía a su hermano Esaú. Éste, sin embargo, fue incapaz de apreciar el privilegio que había “heredado”.
Cuando Esaú llegó con hambre después de un día de caza, intercambió su mayor bien por un plato de lentejas. ¿Cuál es el valor que usted le ha dado a su primogenitura? ¿Será que usted ha valorado el sacrificio que Él (Jesús) hizo en la cruz?
Su vida es el reflejo de aquello que usted ha sembrado. Si sembramos buenas semillas hoy, vamos a cosechar buenos frutos mañana.
Muchos de los que se dicen ser cristianos están sufriendo, porque tienen un comportamiento contrario a la voluntad de Dios. Aunque el Espíritu Santo los oriente, se niegan a escuchar su voz, consecuentemente su vida está llena de una larga lista de fracasos en todo lo que hace; aun teniendo un gran conocimiento de la Palabra de Dios, no la practican.
Guarde y preserve ese buen tesoro que es el Espíritu Santo dentro de su ser, Él lo hará heredar la vida eterna, pues la salvación es lo más precioso, porque aquellos que son de Dios vencen, no sólo el mundo, sino todos los obstáculos, a través de la fe puesta en Jesucristo.