Yo tengo aquí, en mis manos, un billete de R$ 2. Está muy nuevo. Generalmente, estos billetes están muy viejos, arrugados y sucios, pero esto no les impide circular. ¿Usted sabía que, si un billete, sea cual sea su valor, está garabateado o roto, el comerciante no tiene la obligación de recibirlo? Él puede negarse y decir que está dañado, muy sucio y usted tendrá que preparar otro billete para comprar lo que necesita. Sin embargo, si a este mismo billete roto y sucio usted lo lleva a una sucursal del banco, se lo cambiarán. Por ley, siempre y cuando al billete no le falte más de la mitad, el banco lo aceptará y le ofrecerá uno nuevo a cambio. Cuánta semejanza tiene esto con la manera en la que Dios nos trata.
¿Cuántas veces usted es rechazado, las personas le cierran la puerta en su cara porque creen que usted no tiene valor, que no es digno de su tiempo y de lo que ellas pueden ofrecerle? ¿Cuántas veces, a causa de una mancha en nuestra vida, una falla, un error, somos rechazados? Así como los bancos aceptan un billete roto, sucio y lo cambian por uno nuevo, Dios tampoco lo rechaza a usted. Él lo acepta. Sin embargo, es necesario que usted se entregue, que se acerque a Él. Si yo tengo un billete roto en mi casa, permanecerá allí sin valor. Necesito llevarlo al banco para cambiarlo. Usted también necesita hacer que su vida llegue a Dios, humillarse, buscar, reconocer que solo no puede rescatar su valor. No sirve de nada ponerle una cinta, una enmienda, tiene que cambiarlo. La Palabra de Dios dice: “… He aquí, Yo hago nuevas todas las cosas…” (Apocalipsis 21:5)
Dios tiene el poder de hacer todo nuevo. Él renueva porque es el Creador. ¿Por qué usted insiste en una vieja vida? ¿Por qué insiste en disminuir su valor para que las personas lo acepten? ¿Por qué se humilla delante de las personas en lugar de humillarse ante Dios, el Único que puede aceptar esa vieja y despreciada vida que usted tiene e inmediatamente cambiarla por una nueva? Es un intercambio.
Dios conoce su valor y está preparado para darle a cambio una nueva vida. Jesús dijo así: “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre […] no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.”(Mateo 10:29-31) Si Dios cuida a los pajarillos, que son vendidos por unos meros reales o centavos, ¿no lo cuidará a usted?