EL DESGRANAJE DE CADA HISTORIA MUESTRA QUIEN FUIMOS Y EN QUE NOS CONVERTIMOS. Y QUE LA VIDA DE CADA INDIVIDUO ES NADA MÁS Y NADA MENOS QUE EL RESULTADO DE SUS DECISIONES…
“50 Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.”
Lo más complicado, que es la Salvación, ella lo alcanzó. Ahora, imagina la cura, la liberación, la familia, la vida sentimental y la prosperidad. Sólo quien ya sintió la Paz de Dios, sabe cuán maravilloso es tenerla consigo. Sólo quien ya vivió angustiado, triste, sabe cuán valiosa es la paz. Tener la conciencia limpia, el corazón libre y lavado.
Porque aquella mujer valoró la Presencia del Dios Vivo, que hoy es el Espíritu santo, recibió 3 Cosas que todos tenemos que superar para superar los Porqués de esta vida:
- pecados perdonados (libre del pasado)
- Certeza de la salvación (Nueva vida, mente y corazón);
- Paz – Espíritu Santo (La Fuerza de Dios para vencer al mundo, tentaciones y tribulaciones).
RECUERDA:
- Simón le negó un beso en el Rostro / esta pecadora besó Sus Pies;
- Simón le negó agua para lavar sus Pies / esta pecadora lavó Sus Pies con sus lágrimas;
- Simón le negó una toalla / esta pecadora Le secó los Pies con sus cabellos;
- Simón le negó ungir Su Cabeza con aceite / esta pecadora Le ungió con el Bálsamo;
Nota: Simon, el publicano, era leproso. El Señor Jesús entró en su cada, le mostró lo que debería hacer para ser curado, liberado, perdonado y Salvo, pero, infelizmente, eso no pasó, porque no reconoció.
A causa de su dolencia no podía entrar en el Templo, pero Dios, en Su Infinita Misericordia y Compasión, fue a su casa y le dio toda la Atención, pero, incluso así, no reconoció y, por eso, continuó leproso e infeliz.
Simón era leproso, y todavía mantenía a su casa, porque la lepra todavía no había cubierto todo su cuerpo. Jesús le estaba dando la oportunidad de su vida, pero entró en su casa, salió y siguió leproso. ¡Jesús no pudo purificarle!
La única enfermedad cuya víctima era considerada impura era la lepra. La lepra no permitía al leproso entrar en el Templo, pero Jesús le decía: “Simón, ¡Yo quiero entrar en ti! Usa la cabeza y ponla en su debido lugar!
Aquella mujer también era leprosa, pero en el alma, como tú y yo, pero aprovechó su oportunidad.
Simón no entendía el motivo de ser leproso, ya que era fariseo, un hombre bueno, y creía en Dios. ¡Pero, no es suficiente ser bueno y creer en Dios! Tienes que arrodillarte, llorar, besar, secar, y ungir, pues, sólo así Jesús dice: “¡Ve en paz, tu fe te HS salvado!”