Tenía un año sufriendo con fuertes dolores en la pierna a causa de una caída, por ello, usaba un bastón para equilibrarme, pero un día le dije a mi hija para ir juntas a la reunión de domingo, en la cual vimos en el propósito del Agua Consagrada una oportunidad de luchar por un milagro y así sucedió.
Perseveramos y hoy gracias a Dios ya no tengo dolor ni uso el bastón, incluso mi hija que estuvo a punto de morir gracias a Dios, por medio de la fe está bien.
•• Sra. Cilia Rosales