El Viernes Santo se volvió un día que marcó la historia de miles de personas que llegaron al Templo de la Fe, desde varios puntos del país, con la firme convicción de que en esta tarde el Señor Jesús les daría la victoria sobre sus problemas a través de la fe.
El día fue marcado por centenas de testimonios de personas que relataron como fueron sanadas de las enfermedades que traían consigo y otras que fueron liberadas del peso que las oprimía a causa de tantas dificultades.
La reunión sirvió de desahogo y alivio para aquellos que vinieron creyendo en que el Señor Jesús no las dejaría retornar para sus hogares de la misma manera en que llegaron al encuentro, y así sucedió, pues la alegría y la convicción de la victoria estaba estampada en el rostro de todos los presentes.