¿Quién le ha restado sus fuerzas?
Muchos han invertido todos sus recursos y fuerzas en una determinada persona, y al contrario de sentirse bien por eso, se sienten desgastados.
Veamos un ejemplo bíblico con respecto a esto:
“Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David… tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días.” 1 Samuel 18: 9, 29
El ser humano siempre tendrá a alguien en su corazón. Saúl ya era rey de Israel, él tenía muchas cosas a las cuales dedicarse, sin embargo, cometió un grave error, comenzó a vivir pendiente de lo que David hacía, pues tenía miedo de perder su trono ya que David había matado al gigante Goliat.
Obsesionado con David, Saúl se olvidó de Dios, de su familia, del pueblo; olvidó que era rey y que tenía una nación que gobernar… pasando a vivir apenas tras la pista de David.
Hoy en día este episodio se repite en la vida de muchas personas que no tienen el Espíritu Santo, lo cual los ha llevado a vivir pendiente de alguien de la familia, un amigo, un objetivo de pasión o admiración… (presente o ausente), alguien que le ha lastimado, injuriado, perjudicado, es decir, viven en función de alguien.
¿Cuántas madres han vivido en función de un hijo, cuántas esposas han vivido apenas en función del marido y cuántos hombres se ocupan tanto de su negocio o trabajo y se olvidan de sí mismos?
La mayoría, es debido a esa crisis espiritual que la vida de muchos está atascada, consumida por pensamientos y sentimientos que involucran a otra persona.
El corazón de Saúl estaba inclinado a poner algo o alguien allí y se olvidó de lo principal, darle ese lugar a Dios, por lo cual terminó endemoniado y se suicidó.
Si la persona quiere dejar de vivir en función de alguien, debe sacar a esa persona de su corazón y darle ese lugar a Dios, pues de no ser así, la vida de la persona no avanzará.
«Intenté suicidarme tres veces.»
Tenía seis problemas en mi salud: migrañas, mala circulación, cáncer en el estómago, incontinencia urinaria, problemas en los ovarios y desvío en la columna.
Cuando me diagnosticaron el cáncer no quise hacer el tratamiento, sin embargo, pasé a sentir dolor, mi estómago se hinchaba, vomitaba sangre y el cabello se me caía.
Intenté suicidarme tres veces. Un día preparé veneno para ratas, me arrodillé y dije: “Señor dame fuerzas para tomar este veneno o si no, dame una oportunidad y guíame”. No sé cómo me quedé dormida y no ingerí el veneno.
Un día viendo el programa de la Iglesia Universal le dije a Dios: “¿Si Tú existes por qué permites que yo sufra?, ¿que de malo hice? Ayúdame, necesito cambiar, no quiero sufrir más, ni tener dolor, ni ser despreciada o humillada, estoy cansada, acaso no ves que sufro mucho”. A partir de ese momento sentí una paz que nunca antes sentí, pasé a frecuentar la Iglesia Universal y Dios me hizo entender que yo tenía que luchar, sacrificar y mostrarle que de verdad quería conocerlo.
En la Campaña de Israel le entregué mi vida a Dios totalmente, le di la vida podrida que tenía a cambio de la que Él me quería dar. Dejé la mentira, el orgullo y perdoné.
Hoy gracias a Dios estoy curada, liberada, mi familia fue restaurada y el Espíritu Santo llenó todo mi ser de alegría, paz y seguridad.
•• Sra. María Macias