Un día desperté con un fuerte dolor, me hice un chequeo médico y me detectaron un tumor que estaba creciendo en la parte derecha de mi vientre, me programaron una operación urgente, por eso decidí rápidamente apelar a la fe, usé el agua bendita como un tratamiento, la tomaba cada ocho horas creyendo que Dios estaba operando un milagro y así fue, antes de la cirugía que estaba programada me realizaron exámenes y a través de éstos se constató que no existía rastro de ningún tumor, gracias a Dios.
•• Sra. Clara Alejandro