Desde pequeña supe lo que era sufrir. A raíz de eso, al cumplir 19 años decidí irme de la casa, pensando que por fin sería feliz, pero nada salió como esperaba, al contrario, mi decisión me causó más sufrimiento.
Comencé a pensar que era mejor morir, alquilé un cuarto deteriorado para vivir sola; salía a la calle a pedir frutas y verduras en mal estado para comer.
Al pensar en las necesidades que tenía, me sentía a punto de perder la razón, no veía una salida.
Siempre me sentí rechazada y eso me generó grandes conflictos internos. Cuando me diagnosticaron una enfermedad entré en una profunda depresión.
Un día me invitaron a la Iglesia Universal, desde el primer día sentí como si un peso salió de mí.
Pasé a creer en las promesas de Dios, Él sanó mi interior, me liberó de la depresión y de las ganas de morir, además fui sanada.
Desde entonces dejé de sentirme sola, Dios está conmigo todo el tiempo; perdoné, obtuve mi negocio y mi casa, pero lo más importante que conquisté, es el Espíritu Santo, Quien me dio paz, alegría y equilibrio emocional.
Sra. Albina Cerezo
Por algún motivo extraño… ¡nada funciona!
Esa es la conclusión a la cuál muchos llegan, sin entender el ¿por qué?
Cuando parece que vencieron un problema, de la nada surge otro aún peor (vicio, desempleo, enfermedad, accidente, etc.), llegando a la conclusión de que todo es “algo normal”.
Sepa que usted no nació «predestinado» al sufrimiento. Usted puede también tener paz.
La reunión de Liberación Espiritual, efectuada los viernes, está dedicada a combatir a través de la fe y la autoridad del nombre del Señor Jesús a todos los males espirituales que han actuado para trabar todas las áreas de su vida.