«¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?» (Lucas 18:7-8)
A partir de este pasaje, el obispo destacó que Dios sí hará justicia, pero planteó una pregunta fundamental: «¿hallará fe?» Y no cualquier tipo de fe. «Todo mundo tiene fe en algo, pero no toda fe produce resultados», explicó. Muchas personas, aunque dicen tener fe, no experimentan verdaderos cambios en su vida.
La fe que Dios busca no es religiosa ni emocional, sino una fe firme, que no se resigna ni se rinde. «Es una fe que no acepta la derrota, que no baja los brazos, que insiste y persevera hasta ver la respuesta de Dios», señaló. También aclaró que esta fe no se basa en lo que se siente, sino en la certeza de lo que Él prometió.
«Fe no es empezar y luego desistir; la fe bíblica lleva a la persona hasta el final. Porque tiene certeza, lucha hasta alcanzar lo que espera. Esa es la diferencia», afirmó. Y añadió que muchas veces se dice tener fe, pero no hay una obediencia total a la Palabra de Dios.
El obispo concluyó señalando que esa fe solo es posible por medio del Espíritu Santo. «Él es quien coloca esa certeza dentro de nosotros y no nos deja desistir. Cuando una persona prioriza recibir el Espíritu de Dios, Él la sostiene incluso en medio de las dificultades», explicó. Y dejó una reflexión final: «¿Será que cuando Dios nos mira, encuentra en nosotros esa fe?».