Todo mundo tiene al menos un punto débil. Esta debilidad corresponde a aquella área en la que eres más fácilmente tentado. Para algunas personas, el temperamento es el punto débil y basta que alguien les pise en el callo para que exploten. Otros tienen como debilidad los amigos y la necesidad de recibir atención.
Hay personas cuyo sexo opuesto es su punto débil y, a pesar de estar casadas, viven como solteras.
Hay personas que dicen que «la carne es débil», como excusa para sus deslices, y citan las Palabras de Jesús, pero a medias. Porque en realidad Él dijo:
«Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil» (Mateo 26:41).
Si por un lado existe un punto débil en ti, por otro lado, tienes un espíritu fuerte que está listo para dominar tu carne y hacerte actuar con inteligencia. En la Palabra de Dios se nos enseña a huir de toda apariencia de mal (1 Tesalonicenses 5:22). Huir puede parecer cobardía, pero se necesita coraje para decir «no» a tu carne, es decir, a ti mismo.
La apariencia del mal puede ser un lugar, un amigo, un sitio web, un influencer que sigues, lo que miras, la música que escuchas. Pero sea lo que sea, córtalo de tu vida. Elimina esa apariencia de mal si te amas y valoras tu bienestar, tu Salvación y tu alma.
El apóstol Pablo dijo: «Mi poder se perfecciona en la debilidad… cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12:9-10).
Es decir, cuando reconocemos nuestro punto débil, nos lanzamos a Dios en busca de fuerzas para compensar esa debilidad. Entonces, esta se torna la razón para la fuerza, porque oramos más, somos más humildes y más dependientes de Él.
Identifica tu punto débil y define estrategias para construir una fortaleza alrededor de tu debilidad. Haz esto para que no te entregues, no tropieces y no destruyas tu vida por causa de un punto débil.