Enseñanzas de Jesús que nos ayudan hoy
«Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días; y cuando fueron cumplidos, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan.
Jesús le respondió:
—Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre.» (Lucas 4:1-4).
El propio Dios, a través del Espíritu Santo, llevó al Señor Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. Sin embargo, conociendo a su Hijo, sabía que sería aprobado. ¿Y por qué hizo eso? De hecho, Dios permitió que Jesús sufriera las tentaciones a fin dejarnos un modelo a seguir cuando nos enfrentemos a los problemas, pruebas y desafíos comunes en la caminata de la Fe. El Hijo de Dios, siendo perfecto y sin pecados, venció ese desierto. Lo mismo también debe pasar con nosotros, aunque seamos pecadores.
Todo cristiano atraviesa desiertos, un período en el que los problemas parecen no tener fin. A veces, estamos solos, sin la ayuda de nadie, y vivimos días difíciles. No obstante, es en estos momentos cuando debemos poner toda nuestra fe, confianza y dependencia en Dios, y así fortalecer la comunión con Él.
El diablo siempre nos tentará en nuestra debilidad, como lo hizo con Jesús cuando vio su hambre, pero debemos reaccionar de la misma manera, es decir, no caer en su trampa. Como lo hizo Jesús, debemos enfrentar los intentos del diablo practicando la Palabra de Dios.
En la Biblia podemos ver que el diablo usa la Palabra de Dios, pero siempre lo hará de manera distorsionada, para engañar a la gente. Por lo tanto, es necesario tener comunión con Dios y la presencia del Espíritu Santo. Él es quien puede darnos discernimiento para entender la voz distorsionada del diablo.
¿Cuál es tu desierto?
Sea cual sea tu problema, haz lo que hizo Jesús: santifica tu vida a Dios y conéctate con Su Palabra. Clama al Señor para que esté contigo. Y recuerda: el desierto no es para siempre.
Después de enfrentar el hambre y la tentación durante 40 días, nuestro Salvador fue aprobado por Dios, quien ordenó a los ángeles que lo sirvieran:
«Entonces el diablo lo dejó y, he aquí, los ángeles vinieron y le servían.» (Mateo 4:11). Por lo tanto, sé fiel a Dios, porque incluso si eres probado, también serás aprobado.