El Sumo Sacerdote espera por usted…
Al contrario de lo que algunas personas dicen, unas por falta de conocimiento, otras movidas por la envidia, el Señor Jesús no vino a abolir el Sacrificio y mucho menos a decir que hoy no es necesario sacrificar porque Él ya sacrificó por nosotros.
Él vino a abrir la Puerta del Altar para que nosotros podamos presentar personalmente nuestros sacrificios.
En el Antiguo Testamento, las personas traían los sacrificios, y el sacerdote (aquel que presenta sacrificios), analizaba al animal. Si era perfecto, lo presentaba sobre el Altar.
Además de eso, solo el sacerdote podía entrar en el Santuario (Santo de los Santos). El pueblo quedaba del lado de afuera esperando por la respuesta de Dios.
Hoy somos nosotros mismos quienes presentamos nuestros sacrificios sobre el Altar y podemos entrar en la presencia de Dios directamente, porque el Señor Jesús, con Su Sacrificio, rasgó el velo que nos separaba del Altar y de Su presencia, volviéndose así el Sumo Sacerdote que verifica si el sacrificio es perfecto y extraordinario.
Si el sacrificador presenta el sacrificio extraordinario, Él Se manifiesta extraordinariamente en la vida de la persona.
No es por casualidad que está escrito que Él es el Amén (Apocalipsis 3:14), Aquel que tiene la última palabra: "¡Así sea!"
No es por casualidad que el apóstol dijo: Mas vosotros sois linaje escogido, Real Sacerdocio… que quiere decir linaje, nación de sacrificadores 1 Pedro 2:9
Ahora piense conmigo: si Jesús estuviera en contra del sacrificio o si quisiera abolirlo, cuando Zaqueo dijo que daría la mitad de sus bienes, Él le hubiera dicho: "¡No! No lo hagas, Yo Mismo sacrifico por ti y por tu casa, ¡no necesitas hacer eso!"
Pero, al contrario, Él dijo: Hoy ha venido (entró) la Salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham (sacrificador). 1 Lucas 19:9
Me imagino que en ese momento, tal como sucedió en el Templo de Salomón, la Gloria de Dios envolvió aquella casa, aquella familia, y sucedió lo extraordinario.
Tenemos también el ejemplo del joven rico, que aunque no haya aceptado, Jesús le propuso el sacrificio para que fuera salvo.
La mujer que sacrificó 300 días de trabajo, al derramar el perfume carísimo sobre el Señor Jesús, oyó a alguien quejándose, diciendo: "¡Qué desperdicio!"
Pero Él dijo: Dondequiera que se predique este Evangelio, se contará lo que esta ha hecho. Marcos 14:9
¿No podría haber dicho: "¡Mujer! No hagas eso, ¡no es necesario!"?
Al contrario, Jesús honró el sacrificio.
¡Ah! Aquel que dijo: "¡Qué desperdicio!" Fue Judas Iscariote, usado por el diablo.
Lo mismo pasa hoy.
El diablo ha usado a mucha gente para decir que el sacrificio es incorrecto, un desperdicio. ¿Sabe por qué? Él quiere que usted sea su esclavo. Él, el diablo, sabe que si la persona hace el verdadero Sacrificio, se vuelve libre y victoriosa y pasa, así, a glorificar al Dios de Abraham, de Isaac, de Israel y de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Para que no haya dudas, vea lo que Él dijo:
No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir Mateo 5:17
Sea fuerte y valiente y no deje que los parásitos de la fe eliminen sus sueños y objetivos.
¡El Sumo Sacerdote lo espera a usted en el Altar del Templo!