“Y llamó Isaac a Jacob, lo bendijo y le ordenó, diciendo: No tomarás mujer de entre las hijas de Canaán. Levántate, ve a Padán-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre; y toma de allí mujer de entre las hijas de Labán… Y el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique, para que llegues a ser multitud de pueblos.
Entonces Isaac despidió a Jacob, y este fue a Padán-aram, a casa de Labán… Y vio Esaú que Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a Padán-aram para tomar allí mujer para sí, y que cuando lo bendijo, le dio órdenes, diciendo: No tomarás para ti mujer de entre las hijas de Canaán” …
Vio, pues, Esaú que las hijas de Canaán no eran del agrado de su padre Isaac; y Esaú fue a Ismael, y tomó por mujer, además de las mujeres que ya tenía, a una hija de Ismael…” Génesis 28:1-9
Aciertos de Jacob:
El obedeció el consejo de sus padres y por eso le fue bien. Nuestro padre es Dios, y hoy Él nos aconseja a través de su palabra (La Biblia). Esta nos enseña que debemos orar por quienes nos ofenden, nunca pagar mal con mal.
Errores de Esaú:
Él hizo lo contrario a lo que su padre aconsejó, pensando que así llamaría su atención, pero terminó endureciendo su propio corazón.
La dureza del corazón es básicamente una obstinación, insistir en algo que no funciona. Esto es lo que hace al marido decir que NO va a cambiar, incluso viendo su matrimonio irse río abajo. También es lo que hace a la esposa insistir en su manera equivocada de ser.
Si su forma de actuar no es buena para su matrimonio y no quiere cambiar, sepa que su destino es morir solo/a.
Muchas veces endurecemos nuestro corazón por autodefensa, después de haber sufrido por alguna traición, mentiras u otra experiencia dolorosa, pero mantener su corazón duro no va a resolver nada y tampoco querer herir a los demás, si usted se siente identificado con estos ejemplos, sepa que solamente el Espíritu de Dios podrá darle un nuevo corazón.
>>Era una mujer agresiva lo cual me llevó a creer que nunca iba a ser feliz en el amor
De pequeña mi madre no me quería porque le traía a la memoria la traición de mi padre. Años después fui víctima de un abuso, eso marcó mi vida, creando en mí un gran odio en contra de los hombres y hacia mi madre por no haberme querido. Tenía el deseo de formar una familia. Me llegué a casar, pero la experiencia que viví se repetía en mi mente. Maltrataba a mi ex esposo, me divorcié de él y tiempo después conocí a mi actual pareja, al cual también maltrataba física y emocionalmente. Así estaba mi matrimonio cuando conocí la Iglesia Universal. Participando de la Terapia del Amor, Dios me liberó del mal carácter y transformó mi hogar. Hoy tenemos un hogar feliz y unido.
•• Sra. María Díaz junto a su esposo.