A pesar de tener una profesión no conseguía empleo. Estaba enferma y tenía problemas espirituales, me sentía triste. Sufría en una “relación tóxica” y llegué a pensar que nunca sería feliz. Acepté una invitación para ir a una reunión de la Iglesia Universal, pasé a participar los Lunes y a través de los propósitos de fe, todo cambió.
Recibí el Espíritu Santo y Él me dio nuevas perspectivas, aquella mujer triste y frustrada desapareció. Hoy tengo paz, alegría, me casé; adquirí mi propio negocio y Dios me dio más de lo que imaginaba.
SRA. CECILIA M.