El mundo de la fe es una locura para la mayoría de la gente. La propia Biblia afirma esto (1 Corintios 1:18). Porque en el universo espiritual todo sucede de forma contraria al mundo físico.
Por ejemplo, la caminata de la fe no depende de lo que ves con tus ojos naturales. Porque la visión humana se enfoca en lo negativo (guerras, crisis, miseria, etc.). En cambio, la visión de la fe se enfoca en Dios y Sus promesas.
Si quieres andar en la fe, no puedes aferrarte a lo que ves, de lo contrario naufragarás. Fue como sucedió con Pedro que, mirando a Jesús, caminó sobre las aguas. Pero cuando miró las circunstancias que lo rodeaban, se hundió (lee Mateo 14:28-31). De la misma manera, mucha gente está naufragando, porque está enfocada en los problemas y no en el Señor.
Fuerza
Aunque todo a tu alrededor se esté desmoronando y las circunstancias sean desfavorables, tu interior puede permanecer renovado y fuerte. Al fin y al cabo, cuando tus ojos están enfocados en el Altísimo, te guías por la fe, que es una certeza inquebrantable.
Desde entonces, tus ojos pueden ver problemas, pero ya no te afectan, porque no eres guiado por ellos. La mirada de la fe anula los ojos naturales, porque estás enfocado en la promesa. No tienes inseguridad ni miedo. Puede que todavía no veas la respuesta, pero la fe te hace creer que está siendo preparada.
Así actuaron los héroes de la fe: creyeron más en la promesa que en los problemas que veían sus ojos. Así, el interior se renueva, porque confías en que Dios obra.
Perseverancia y confianza
Actuando así, tendrás ánimo, porque crees que Dios no puede mentir. Él cumple lo que promete, solo basta vivir por la fe. ¿Cómo podrías estar inseguro, si tienes un Padre que no puede mentir, que no se retracta de lo que prometió? Por eso, vivir por la fe es esencial en la vida de un cristiano.
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