Nadie puede pensar que estando con el diablo está bien. Pero hay mucha gente que dice estar bien. Aun así, la persona dice estar bien porque algunas áreas de la vida, al principio, están funcionando. El hecho es que después viene la ruina de todo.
El diablo trabaja con el engaño. La persona comienza bien, aparentemente, pero termina en la tragedia. Un ejemplo es el novio que vive amores en los primeros días con su novia, pero, con el pasar del tiempo, vienen las peleas, las agresiones verbales, y, en muchos casos, la muerte de uno o del otro. Para ser directo: comenzó en el beso, terminó en la bofetada.
Con certeza el principio de una vida con Dios no puede ser bueno. Porque todo el mundo llega a la iglesia con una vida acabada. Matrimonio destruido, vicios, enfermedades incurables, miseria, problemas familiares, etc. Algunas personas, incluso con miedo a morir, porque no están seguras de hacia dónde irán. Y otras, oyendo la sugerencia del diablo en cuanto al suicidio, se inclinan a esta voz sin saber que van al infierno.
Pero cuando esas personas llegan a la iglesia y toman una actitud de fe de poner su vida en el Altar en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, como dice el texto:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1
La vida cambia. Se termina el sufrimiento.
Para ser directo: llegó mal a la presencia de Dios y hoy está bien.
Ahora, si la persona decide salir del Altar, con certeza es porque el diablo nuevamente la está engañando con una falsa vida. Comenzará aparentemente bien, pero terminará en una tragedia aún mayor que la primera. Y, en muchos casos como este, no habrá tiempo suficiente para volver a Dios. El Altar está ahí. La puerta es estrecha, pero está abierta.