El «cáncer» es un término general para un gran grupo de enfermedades que puede afectar cualquier parte del cuerpo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), fue responsable por más de 9.6 millones de defunciones, tan solo en el año 2018. En el Ecuador, el cáncer tiene una incidencia creciente, por lo que ocupa la segunda causa de mortalidad general después de las enfermedades cardiovasculares. “Nadie quiere escuchar la palabra cáncer pero hay que empezar a hablar de ella”, así lo señala la oncóloga del Hospital Metropolitano Verónica Pérez. La especialista dice que en el Ecuador, cada año se detectan más de 28.000 nuevos casos de cáncer, según un informe de la OMS y la incidencia de la enfermedad es de 157,2 casos por 100.000 habitantes. Parte de los pacientes de ese grupo de enfermedades aguarda tratamiento o un procedimiento quirúrgico durante años. Además del dolor y de todo el sufrimiento que ocasiona una enfermedad, el tiempo de espera y la incerteza hacen que una persona fuerte se hunda. Y, el miedo de que suceda lo peor acarrea desesperación para toda la familia.
El poder para sanar está en su fe
Aún no es el fin, cuando se cree de verdad en el poder del Dios vivo; para Él, nada es imposible. El tiempo de los milagros aún no ha terminado. Si ha sido desahuciado, su dolencia es crónica y/o no hay manera de vencerla, dese la oportunidad de usar su fe en Dios. Participe los martes en la Reunión de Sanidad.
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Su madre, Cleris, de 38 años, recuerda cómo fue esa etapa: “tenía vómitos, fiebre y estreñimiento, y no comía bien. La llevamos de urgencia al hospital, le hicieron pruebas de imagen y le encontraron un tumor entre el útero y el intestino. Fue un susto para todos, como madre, nunca esperé recibir un diagnóstico así”, dice Cleris.
“Sabrina tenía ganglioneuroblastoma, es un cáncer raro en etapa cuatro. Los médicos nos dijeron que estuviéramos preparados para lo que pudiera pasar. Ella tendría oportunidad de vivir, pero con secuelas”.
Sin manera de revertir la situación, el equipo médico decidió operarla, pero no dio el resultado esperado. “Fue el momento más difícil ya que empezó a tener sesiones de quimioterapia”.
Cleris y su esposo, Carlos, ya asistían a la Iglesia Universal y decidieron usar su fe. “Sabíamos que el camino era buscar a Dios, entonces comenzamos a usar la fe. Participamos de todas las campañas y propósitos, porque la única salida era Dios”, destaca Cleris.
Fueron unos seis meses de lucha, pero siempre confiando en Dios. Hasta que, a través de los exámenes, notaron que algo había cambiado en el cuerpo de Sabrina y que una nueva operación podría ser exitosa. “Fueron ocho horas de cirugía, el médico nos llamó y dijo que el tumor había sido completamente extirpado y que viviría sin secuelas”, finaliza Cleris.
•• Srta. Cleris