Antiguamente, había un dicho que decía: “por detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. El gran error en esta frase era colocar a la mujer en los “bastidores” de la vida del hombre, en vez de colocarla también como protagonista, o sea, al lado del marido. Por otro lado, muchas veces el dicho puede ser cierto: muchos hombres sólo alcanzaron algo al ser impulsados por su compañera a actuar, pues si dependiese de ellos, nada sucedería.
Es importante que la esposa apoye al marido y lo incentive – y él a ella. Al final, el matrimonio es un camino que trillan juntos y ambos necesitan de auxilio y estímulo. El error, en realidad, es que el hombre se “apoye” en la esposa y tome actitudes apenas cuando ella insiste.
El problema es que el hombre que no tiene iniciativa, es el mismo que reclama que su esposa quiere mandar en todo, que es manipulado y mandado por ella, pero en la hora en que él debe imponerse, fracasa.
Él no reconoce que su error puede haber comenzado con cosas simples del día a día. Por ejemplo, el individuo vive dejando los exámenes médicos, la visita al dentista o la práctica de ejercicios para después. No es sólo una postergación, pero sí una forma de no hacer nunca nada. ¿Sería correcto culpar la esposa, madre o hermana que pone a ese sujeto a moverse?
¿Realmente es necesario que la esposa insista para que él tenga alguna acción?
Vamos a más un ejemplo: los pequeños arreglos del hogar. El grifo ha estado goteando durante meses, la puerta rechinando y el cristal de la ventana roto. Si él no los arregla, ¿por lo menos busca a alguien que haga el servicio?
La falta de actitud no depende de la edad o el estado civil, pero de las cosas aparentemente sin importancia puede nacer la inactividad más importante. Por ejemplo: economizar dinero para alcanzar una meta, lograr una profesión, ir al gimnasio, alimentarse de forma adecuada, mantenerse firme en la fe, etc.
En los tiempos bíblicos el papel del hombre como el sacerdote de su propia casa era evidente. De él era la responsabilidad de asegurar que la esposa e hijos trillasen el camino de Dios y de exhortarlos a las oraciones y al aprendizaje. Cabía a él aprender sobre la vida espiritual y repasar a sus entes queridos. Actualmente, la pareja cela por eso juntos aprendiendo en la Palabra de Dios y aplicándola en todos los aspectos. Pero desafortunadamente muchos hombres también se quedan cortos en este sentido, que es el más importante de todos.
El hombre que tiene actitudes hace que la esposa y los hijos se sientan más seguros y contentos porque saben que siguen a alguien con capacidad de administrar y resolver los problemas y no a alguien en quien necesitarán siempre “dar un empujoncito” para que se mueva.