La voluntad de Dios es soberana y superior a cualquier otra. Cuando el Señor Jesús oró el Padre nuestro, Él dijo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.” Cuando Jesús dice: “Santificado sea Tu nombre”, Él pide que santifiquemos nuestras vidas para que por medio de ella podamos promover el Reino de Dios aquí en la tierra, para que nalmente la voluntad de Él sea hecha en la tierra como en los cielos.
Cuando Dios santifica una persona en Su nombre es para que ella sea una referencia de Él aquí en la tierra y , así, las demás puedan reflejarse en ella y también en el Reino de Dios. La voluntad de Él es que esa persona sea un molde para las otras, para que el mismo Espíritu que está en ella esté también en las otras y, juntas, ellas puedan luchar para expandir el Reino de los Cielos.
Cuando Dios santifica a una persona en Su nombre es para que ella sea una referencia de Él…
En el Cielo, la voluntad de Dios es hecha de forma perfecta, todos los ángeles son sumisos y hacen exactamente lo que Dios desea. Aquí en la tierra, los ángeles son bautizados con el Espíritu Santo, entonces, cuando recibimos el Espíritu de Dios, nosotros queremos hacer Su voluntad, independientemente del lugar donde estemos.
Si la persona no tiene el Espíritu Santo, ella hace todo lo que es odioso, impuro y de mala fama. Por lo tanto, la voluntad de Dios para nuestras vidas es que carguemos Su imagen y semejanza, llevando el Perfume de Jesús a todos los rincones. El diablo trabaja para corromper las buenas costumbres, sin embargo los hijos de Dios van a los brazos del Padre. Pero, para que eso acontezca, necesitamos hacer la voluntad de Él.