El patrón es algo usado como base de comparación, un modelo para definirse.
En sociedad, muchas personas intentan guiarse por patrones para definir cómo actuar. Actualmente, muchas mujeres procuran vivir con base a patrones que son fundamentados en apariencia y bienes materiales. En medio de tantos patrones creados por el ser humano, algunas mujeres se olvidan del patrón de vida que Dios creó y que son los más apropiados para ellas, pues Él no disminuye, no desprecia ni agrede a nadie, además, es justo y valoriza a todos.
Cuando se vive en base a los patrones de Dios no podemos aceptar disminuir nuestro valor.
Hoy en día, eso sucede mucho con las mujeres, por ejemplo, en el matrimonio: cuando la mujer se casa, ella tiene un patrón de hombre y de relación, pero, con la convivencia y por querer mantener el casamiento, ella va aceptando el irrespeto.
Las mujeres tienen que tener un patrón no sólo en el matrimonio, sino también en todo en la vida, amistades, casa y con su tiempo. Si algo intenta bajar su patrón, debe resolverlo y no aceptarlo, porque si lo acepta estará disminuyendo su patrón.
La mujer debe tener un patrón bien definido conforme la imagen que ella quiere transmitir, por ello asume su posición delante de una sociedad llena de valores invertidos, lo que la vuelve una mujer totalmente diferente de lo que el mundo presenta cada día.
Los patrones dados por Dios son altos, pero son ellos los que la convertirán mejor en todo: en el trabajo, hogar, amistades, comportamiento y en su relación.