¿Cuántos, atormentados por esta situación, encontraron en el suicidio la única respuesta?
¿Cuántos se arrastran con problemas imposibles de resolver?
Josafat se encontraba delante de enemigos bárbaros, que ya estaban llegando para destruirlo todo. En un primer momento, su reacción fue natural: tuvo miedo.
Pero, inmediatamente, la fe venció al miedo, ¿cómo aceptar esa situación si él respondía a las exigencias de la fe? Era un hombre recto, su consciencia estaba en paz, pues no vivía en pecado. Josafat convocó a todos a ayunar y, cuando estaba orando, confesó que no sabía qué hacer, ciertamente se refería a la desigualdad de esa batalla física.
En ese momento, el Espíritu de Dios vino para poner fin a toda duda, trayendo la palabra que hizo que todos fuesen como un solo hombre.
No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 2 Crónicas 20:15
Allí estaba la respuesta, pues si somos de Dios, si obedecemos a Su Palabra, si estamos atentos a la voz del Altar, nuestras luchas pasan a ser de Él.
Es muy glorioso servir al Señor nuestro Dios, pues Él siempre hace más de lo que imaginamos.
Josafat quería solamente el libramiento, pero después de entrar en el Valle de la Decisión y vencer a ejércitos poderosos, sin un arma en la mano, vino lo inesperado:
Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar: tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho. 2 Crónicas 20:25
Cuando oímos la voz del Altar, siempre sucede más de lo que esperamos. Todos los que habían entrado al Valle de la Decisión, fueron al Valle de la Bendición:
Y al cuarto día se juntaron en el valle de la Bendición; porque allí bendijeron al Señor, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de la Bendición, hasta hoy. 2 Crónicas 20:26
Quien vaya con nosotros a la Decisión, entrará en la Bendición del Altísimo.