Mi vida sentimental era un fracaso; mi esposo era infiel, me maltrataba física y verbalmente; estaba amargada; pensé que había nacido para sufrir. Mi esposo descuidaba el hogar. Tenía que pedir ayuda a mi madre y a mis suegros para comer. Me sentía vacía y deprimida. Así llegué a la Iglesia Universal, con mi matrimonio destruido y sin esperanza. En esa época aprendí a usar mi fe y pasé a creer que Dios era todo lo que necesitaba y Él me respondió; mi esposo se alejó de las amantes, de las malas amistades, mi hijo fue curado, pasé a tener paz y alegría. El Espíritu Santo transformó nuestro interior, por eso hoy nuestro hogar es una bendición, hay respeto y amor.
/// Martha y Washington
¡NO IMPORTA CÓMO ESTÁ SU CORAZÓN! Participe, y aprenda sobre el amor inteligente. Terapia del Amor Jueves 19hs, Otros Horarios: 7Hs, 10Hs y 15Hs.