Comenzó a tener fiebre, vómitos, dolor en las articulaciones y sangrado en los ojos. Tras ser hospitalizado se descartaron las sospechas de dengue hemorrágico y meningitis y se detectó que padecía leucemia mieloide aguda (LMA).
Mi hijo no sabía expresar lo que le dolía y cada día la situación empeoraba, al punto que los médicos no me daban esperanzas de mejoría.
No dormía ni comía bien. Fueron días angustiosos, ya que estuvo dos semanas en total aislamiento por su baja inmunidad. Mi hijo sufría mucho, no soportaba el dolor en su cuerpo por las diversas inyecciones para recibir el medicamento.
Toqué fondo cuando el médico me dijo que mi hijo estaba muriendo. -Dada su condición y las complicaciones que se presentaron, el médico dijo que le quedaban tres horas de vida, en cualquier momento podía tener una nueva hemorragia-.
En búsqueda de lo extraordinario.
Ahí entendí que la única solución era la fe. Decidí ir al Altar en búsqueda del milagro; fueron pasando los días y la mejoría era notoria.
Los médicos decían que la recuperación estaba siendo muy rápida.
Hoy, mi hijo está bien, sano y sin secuelas. Solo tengo gratitud con Dios por el milagro, porque realmente, a ojos humanos, era imposible que mi hijo se sanara, y a través de la fe, el milagro sucedió.
•• Sra. Jackelin, junto a hijo jhonny