Nuestras decisiones nos pueden llevar a conquistar el mundo como también a perder todo lo que con tanto sacrificio hemos construido. Nada que viene fácil dura para siempre, sino las personas valorarían más una relación. La frialdad de muchas personas ha provocado que en los días actuales se desconfíe de todo el mundo.
La traición es algo que hace parte de la carnalidad de la persona y es por esta razón que el Espíritu Santo no puede habitar en un matrimonio. En el momento que se comete este acto, un espíritu maligno empieza a dominar la relación hasta llevarla al fracaso total.
«Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis… Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos…» Gálatas 5: 17,19
Ahora usted se preguntará: ¿Hay una solución para esta clase de problemas? Sí, hay una solución para todos los problemas, Dios nos prometió dar «… potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará». (Lucas 10:19). Pero esto sólo es posible cuando la persona recibe el Poder del Espíritu Santo dentro de su vida.
FRACASÉ TANTO EN MI VIDA SENTIMENTAL QUE YA NO CREÍA EN EL AMOR
Mi madre no era feliz en el amor; por eso crecí pensando que lo mismo me iba a suceder a mí.
Me convertí en una pesadilla para mi mamá porque el vacío que sentía provocaba que me dejara influenciar por las malas amistades e hiciera cosas que no le agradaban a ella, pero aún haciendo todo eso, no lograba ser feliz en nada de lo que hacía.
Todo cambió en el momento que empecé a participar en la Iglesia Universal. Aquí fue donde me enseñaron como usar mi fe sobre la Palabra de Dios. Perseverando en las reuniones de la Terapia del Amor, logré encontrar la felicidad tan anhelada. De esa manera aprendí a luchar por todos mis sueños y así fue como escuché hablar sobre el Espíritu Santo. Al recibirlo, mi vacío se llenó de la presencia de Dios. Hoy estoy felizmente casada y soy madre de tres hermosos hijos.
•• Vanessa y Carlos Hernandez