«Desde los 6 años tuve reumas temporales; me dolían mucho los huesos. Cada vez que hacía frío o el clima estaba fresco, sabía que iba a sentir un gran dolor, y lo mejor era no salir de casa. Ya conocía la Universal, y allí escuché que, usando el agua consagrada con fe puesta en el Señor, podíamos alcanzar el milagro que necesitábamos. Aunque al principio no creía que fuera cierto comencé a tomarla y, sin darme cuenta, en unos meses los dolores desaparecieron.
Por otro lado, también la usé con mi hija, tenía mucho salpullido y no se le quitaba. Al bañarla con el agua consagrada, su piel quedó limpia. Asimismo, mi esposo tenía problemas en los riñones y se le quitaron unas piedras.» -Verónica Santiago
Reunión de Sanidad
Si estás pasando por una enfermedad, sea cual sea, puedes hacer uso de tu fe para determinar el bienestar de tu salud.
Le invitamos a participar en la Reunión de Sanidad. El encuentro tiene como objetivo enseñar a las personas a usar su fe para cambiar su situación de salud. Te esperamos todos los martes en la Iglesia Universal más cercana.