El mismo tiempo que ese alguien se demora en entregarse por completo y sin reservas a Él.
¡Si usted cree en Dios! ¿Cuál sería el problema para esa entrega total de su vida? ¿Usted cree que Él le pediría algo para perjudicarle? ¡Claro que no! El problema de muchos, es que les cuesta obedecer la Palabra de Dios, se tardan mucho tiempo en entender que Él nunca fallará, sin embargo, muchos deciden hacer las cosas a su manera, y es justamente ahí donde surge la demora de la manifestación del poder de Dios, pues la obediencia radica en practicar Su Palabra como Él lo prescribió, y no como usted pueda pensar que le conviene.
Deudas y una vida frustrada me llevaron a desear mi muerte
A pesar de mi profesión de Tecnóloga Médico, no conseguía trabajo, metía carpeta en muchos lugares, pero en ninguna había vacante, siempre quedaba en espera, debido a eso empecé a realizar ventas para generar ingresos, pero sólo terminé endeudada, también intenté colocar un negocio, pero todo estaba trabado, llegó un tiempo en que no conseguía ni pagar el arriendo del local, mucho menos el salario de las personas que me ayudaban. Pasé a pedir préstamos con chulqueros.
Todo el dinero que ganaba, me alcanzaba apenas para pagar los altos intereses del dinero que me prestaban.
Empecé a sentirme frustrada, me deprimía, y al no conseguir solventar lo suficiente para pagar, comenzaba a sentir una gran opresión, llegué a empeñar prendas de valor para obtener dinero, pero con el tiempo perdí las prendas y seguí endeudada.
Con todos esos problemas, apenas quería dormirme y no despertar nunca más. Pasé a vivir ansiosa, nerviosa, estaba llena de miedos e inseguridades y con la autoestima por el suelo.
En una noche de angustia y desesperación, vi el programa de la Iglesia Universal y decidí asistir a una de las reuniones. Desde el primer día yo tuve la certeza de que estaba en el lugar indicado donde Dios cambiaría mi vida.
Pronto conseguí un trabajo y empecé a pagar algunas deudas. Pero un día entendí que lo principal aún no lo había hecho, ser sincera con Dios y entregarme por completo a Él. Entonces tomé esa actitud de fe, perdoné, abandoné los resentimientos, el orgullo, la prepotencia y el mal carácter.
Poco tiempo después participé en una Hoguera Santa, y así recibí el Espíritu Santo, Él me dio paz, alegría, seguridad y dirección, a través de la cual abrí una Red de Mercadeo la que, gracias a Dios, está creciendo, mis hijos estudian en Europa y están concretizando sus sueños. La Hoguera Santa es mi oportunidad de conquistar lo que anhelo.