Hoy podemos observar que existen muchos que juzgan a los demás a causa de los errores y fallas que cometen.
En el Libro de Lucas, capitulo 7, versículo 36, podemos leer un claro ejemplo al respecto.
“Uno de los fariseos le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se sentó a la mesa. Y he aquí, había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y poniéndose detrás de El a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume. Pero al ver esto el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Si éste fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora”.
Hoy en día muchos viven señalando los errores de los demás, sin embargo Jesús, le dijo: “ Simón, tengo algo que decirte: Y él dijo: Di, Maestro. Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, le amará más? Simón respondió, y dijo: Supongo que aquel a quien le perdonó más. Y Jesús le dijo: Has juzgado correctamente.” (Lc. 7:40-43)
Claramente pudimos entender que a Jesús no le importaba lo que esa mujer hacia, lo que realmente le interesaba era que ella reconocía sus fallas y estaba totalmente arrepentida de aquello.
“¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para los pies, pero ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ungió mis pies con perfume. Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados han sido perdonados.” (Lc. 7:44-48)
El cuerpo de aquella mujer que era usado por los hombres, se curvo delante de Jesús para servirle, es decir, ella no dijo ni una sola palabra, pero su entrega fue total.
El peor problema de los seres humanos es el pecado, porque cuando vive practicando aquello que no le agrada a Dios automáticamente estará apartándose de Él. Jesús no pudo hacer absolutamente nada por aquel fariseo ya que él estaba preocupado por la religión, sin embargo aquella mujer impura que ni siquiera había sido invitada a comer con él logro el perdón de Dios.
El perdón no viene porque usted asiste a la iglesia, conoce la Biblia, solo llegará cuando usted derrama su vida a los pies del Señor Jesús a través de un verdadero arrepentimiento, es decir, abandonando todo lo que a Dios no le agrada.