“Pedís, pero no recibís, porque pedís mal” (Santiago 4:4)
Con Dios y en una relación, la manera como pedimos las cosas marca la diferencia. Sólo que lo que yo quiero, es diferente a lo que yo necesito. Aquellos que se encuentran solteros y quieren casarse, quieren tener a alguien a su lado hasta el final del año; pero aún no se han curado de sus traumas, no han vencido sus complejos y si entra en una relación así, será como una bomba de tiempo que en cualquier momento va estallar. Primero debe vencer esas heridas del pasado, ser una persona estable, definida en lo que necesita, dejar de depender de los demás para ser feliz.
Por otro lado están las personas que son casadas y piden a Dios que su esposo (a) sea como usted quiere, en realidad lo que necesitan es que Dios haga de él o ella la persona que le ayudará a permanecer en la fe, porque hasta en el matrimonio, no puedo pensar en lo que quiero (egoísmo), debo pensar en la necesidad de los dos.
Ya imaginó que pasaría si siempre hicieramos lo que queremos; queremos comer mucho dulce, mas no es lo que el cuerpo necesita.
Queremos dormir hasta tarde, mas sabemos que por nuestras responsabilidades no podemos.
En la relación o familia es igual, no siempre el padre de familia puede hacer lo que sus hijos quieren, es dar para ellos lo que necesitan. Su esposo más que una mujer, él necesita una auxiliadora.
Su esposa no necesita apenas un hombre que lleve dinero a la casa, necesita a alguien que la escuche, entienda le pase seguridad y la haga sentir apreciada.
Es igual en mi relación con Dios, Él no me da lo que quiero, mas si lo que necesito.
Mi esposo me agredía físicas y verbalmente
Cuando era joven siempre salía con amigos y me divertía durante la noche intentando llenar un vacío que había dentro de mí, de esa manera estuve hasta que conocí a mi esposo, ambos empezamos a salir y conocernos, después de varios meses decidimos casarnos.
Recuerdo muy bien que después de tres meses nuestro matrimonio se vino abajo a causa de las peleas y discusiones que teníamos, llegamos al punto en el cual el comenzó a agredirme, primero verbalmente y sin darme cuenta las agresiones físicas empezaron a aparecer.
Cansada de esta situación busqué en varios lugares la solución y no la encontré, sólo empeoraba.
Una amiga al verme en esa situación me invitó a participar de las charlas en la Terapia del Amor, donde aprendí primero a curar las heridas del pasado y a perdonar a mi esposo.
Nuestra relación fue transformada por completo, comenzamos a comprendernos, el respeto que antes no existía entre los dos volvió a hacer parte de nuestra relación, las peleas y agresiones también dejaron de acontecer, empezamos querernos y gracias a Dios restauramos nuestro matrimonio.
Somos muy felices, puedo decir que nuestro hogar es un pedazo del cielo, donde la paz reina cada día. Sra. Roberta y esposo
Nos casamos en la Terapia del Amor
Después de un abuso sexual que tuve fuí creciendo y me convertí en una persona llena de rencor y odio. Intentaba de varias maneras tratar de borrar aquella marca del pasado, pero no lo lograba.
Poco tiempo después conocí a una persona la cual me maltrataba y al cabo de 5 años me separé.
Luego conocí a mi esposo pensé que iba a ser feliz con él, pero me enteré que me había traicionado y en varias ocasiones intenté quitarme la vida.
Destruida y sin saber que hacer conocí la Iglesia Universal, donde participando de la Terapia del Amor, aprendimos a perdonar y comenzamos a luchar por la reconstrucción de nuestro matrimonio, Dios lo restauró por completo. Mi esposo es un hombre muy cariñoso, me ama. Nos casamos en la Terapia del Amor, puedo decir que somos muy felices. Sra. Gabriela y esposo.
Terapia del Amor, una reunión para resolver y prevenir dificultades en el área sentimental, este jueves, especialmente a las 19H y también 7H, 10H y 15H. En la Av. de Las Américas 305, al Norte de Guayaquil.