Podemos aprender muchas cosas de Moisés. Era un hombre lleno de cualidades, pero también lleno de defectos, como cualquier ser humano.
Poseía cualidades que lo distinguían de las demás personas, al mismo tiempo que demostraba debilidades que lo acercaban a los demás. Alguien admirable por haber luchado constantemente contra sí mismo y por ir en búsqueda de superar, con fe, sus propios límites.
“Y Moisés apacentaba el rebaño de Jetro su suegro, sacerdote de Madián; y condujo el rebaño hacia el lado occidental del desierto, y llegó a Horeb, el monte de Dios. Y se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego, en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.” (Éxodo 3:1-2)
Moisés escuchó el llamado de Dios. Llevó al rebaño para pastar, cerca en el Monte de Dios. Allí, vio una zarza quemándose y se avivó su curiosidad. “Entonces Moisés se dijo: «Iré ahora para contemplar esta gran visión, ¿por qué causa la zarza no se quema?” (Éxodo 3:3)
Su curiosidad llamó la atención de Dios, que necesitaba enviar a alguien para liberar a Su pueblo. “Cuando el Señor vio que él iba a mirar, lo llamó de en medio de la zarza: -¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Entonces El dijo: No te acerques aquí; quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás parado es tierra santa” (Éxodo 3:4-5) Por atender a Su llamado, Dios vio en Él a la persona ideal que tenía una fe tan grande, que más después se convirtió en líder de la nación de Dios.
La Presencia de Dios llenó el Monte de Energía. Las sandalias serían un aislante (duda); antes de Dios prometer algo imposible a Moisés, que era la liberación de la esclavitud egipcia, Él dijo: “Quita las sandalias de tus pies”. Sin las sandalias, él sería un receptor de la Energía de Dios y estaría en la cumbre del Monte Sinaí y delante de Dios, con toda su fuerza. En realidad, cuando la persona cree, ella sube al Monte Sinaí sin sandalias en los pies, sin dudas y con toda su fuerza.
“Y el Señor dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos. Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (Éxodo 3: 7-8).
DIOS QUIERE HOMBRES Y MUJERES DE TENGAN EL CORAZÓN DE MOISÉS PARA LIBRARLE A TODO AQUEL QUE BUSCA HACER SU VOLUNTAD Y SEGUIR EN LA DIRECCIÓN CORRECTA PARA LLEGAR A LA TIERRA PROMETIDA.
Él (Dios) ve su aflicción, oye su clamor, conoce su sufrimiento y quiere librarle de esta situación, pero ¿cuántas veces usted se encuentra afligijo y usa su fe? Si usted es el tipo de persona que en medio de la aflicción se aísla, murmura, intenta descargar su ira o frustración en la vida de los que están a su alrededor, entonces ciertamente no está ejercitando la fe.
Así como Dios le entregó a Adán y Eva la autoridad, Él le entraga a usted la autoridad delante de todos sus problemas que le afligen para que así Él pueda defender su vida, sin embargo, para ello, Dios tiene que ver en usted la misma disposición que vio con Moisés para cambiar la historia de aquel pueblo.