Usted tiene sed de casarse, de conquistar y corre detrás de sus sueños hasta que ellos se realizan. Pero usted debe tener también esa misma sed con relación al Espíritu Santo.
Dios sabe quién tiene sed y quien no tiene; quien está dispuesto y quien no está. Él sabe perfectamente cómo es el corazón de cada uno.
Cuando Él observa que la persona se está esforzando, esmerándose, dejando asuntos que no corresponden al Reino de Dios y está enfocada en Su Palabra, Él la contempla con el Espíritu Santo. Y, cuando ella Lo recibe, ella deja de vivir sujeta a este mundo.
Por otro lado, mientras la persona no fuere llena del Espíritu Santo, será imposible que ella permanezca en la fe. Dios quiere hacer eso, sin embargo, no lo hace aleatoriamente, sino para quien tiene hambre y sed de justicia, o sea, para quien hace la Voluntad de Él.
Y una vez que usted ha bebido del Espíritu Santo, usted nunca más será la misma persona. Dios quiere hacer de usted una nueva criatura, borrando su pasado y restaurando todo, pero Él tiene que ser la prioridad de su vida.
Deshágase entonces, de todo, sacrique y compre el campo, para encontrar dónde está el tesoro, para que usted sea la propia bendición.