La gran apostasía que vivimos hoy ya está descrita en la Biblia con los mínimos detalles. Un poco de discernimiento espiritual es suficiente para notar la actuación del diablo, no solo en el mundo, sino, principalmente, dentro de las iglesias.
No todas las personas se dan cuenta de esto, porque la mayoría solo tiene una mirada natural sobre los eventos del día a día. Son los nacidos de Dios que andan en el Espíritu quienes tienen la mirada sobrenatural para discernir cómo satanás trabaja y arma trampas.
“PERO el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia…” 1 Timoteo 4:1-2
El texto bíblico dice que los cristianos se apartaron de la fe por escuchar las enseñanzas de los demonios, entonces, dos puntos merecen ser destacados.
Primero: «escuchar». El engaño comienza con lo que se escucha. Así como ocurrió en el Edén, satanás le habló a Eva, y solo después de escuchar esas palabras, la mujer compró la idea y vio que «el fruto era bueno y agradable a la vista».
De la misma manera como la fe viene por el oír la Palabra de Dios, la acción demoníaca en la vida de una persona comienza por los oídos.
Estemos atentos entonces a quién habla y a lo que dice.
¿Tiene certeza de que la persona a la que escucha habla a través del Espíritu de Dios? Necesitamos saber esto, porque no hay término medio, o alguien es usado por Dios, o por el diablo.
Segundo: «doctrinas de demonios». La palabra doctrina tiene el sentido de enseñanza, entonces, satanás usa la Biblia para «enseñar» la Palabra distorsionada. Y lo hace a través de algunos que aparentemente son de Dios, sin embargo, son personas hipócritas y mentirosas, que «tienen cauterizada la conciencia».
Consecuentemente, no podemos escuchar a cualquiera que predique la Biblia por ahí. En los últimos días muchos predicarán a otro «Jesús», y otro «Evangelio», que no tiene nada que ver con el verdadero cristianismo.
La enseñanza demoníaca está marcada por las facilidades que hacen espacioso el camino y amplia la puerta, cuando el Señor Jesús dijo justamente lo opuesto. La falsa enseñanza de
las Escrituras distorsiona el verdadero significado de la gracia de Dios. Como si Dios no exigiera nada a cambio por la Salvación de nuestra alma. La gracia de Dios nos lleva a un compromiso con Él, que implica renunciar a nuestras propias voluntades y entregar con sinceridad todo nuestro ser en Su Altar.
El diablo tiene sus enviados especiales, y no son usados para engañar a los incrédulos, pues estos ya están en la ceguera espiritual. Los peores demonios actúan para desviar de la fe a los hijos de Dios.
Por eso, conocemos a tanta gente sincera y temerosa que, al escuchar al mal, contaminaron su conciencia y hoy la tienen cauterizada para escuchar la verdad que libera. Han perdido la sensibilidad de tal manera que nada de lo que se predica quebranta su corazón.
Entonces, vigilemos nuestros oídos, ¡pues la vida o la muerte pueden entrar por ellos!