El guardia de seguridad Vilson Díaz, de 49 años, notó una pequeña ampolla en su pie izquierdo que comenzó a molestarle. Ante esa situación, cuenta lo que decidió hacer: “Fui a la farmacia a comprar algún medicamento para reventar esa ampolla. Al principio solo sentí dolor en ese momento, pero al día siguiente, había una infección del tamaño de una naranja.
Entonces fui al médico de inmediato”, describe. Vilson, quien está casado con Aureci Araújo, dice que, apenas el médico hizo la evaluación, la orientación recibida fue clara, como recuerda: “ médico dijo que era un caso de amputación del pie». Según recuerda Vilson, ni siquiera tuvo tiempo de entender toda la situación que estaba pasando cuando recibió esa mala noticia.
Detalla que, le realizaron todos los exámenes necesarios y que los resultados apuntaron a la presencia de una desconocida y silenciosa diabetes tipo 2.
Diabetes tipo 2
Es decir, que los niveles de insulina y glucosa en el cuerpo están diferentes de los indicados para el funcionamiento general del metabolismo, el cuerpo puede experimentar dificultades para tratar y curar heridas, incluso si son pequeñas. Las lesiones del pie diabético suelen acabar provocando complicaciones que son motivo de alarma.
Así, en el caso de Vilson, fue necesaria su hospitalización para realizarle la amputación , que, hasta ese momento, era la única posibilidad considerada por los médicos.
FE ¿PARA QUÉ?
Mientras los especialistas creían que no había soluciones ni respuestas positivas para Vilson, él, quien asiste a la Iglesia Universal, declara que se aferró a la Fe: “Estuve internado cuatro días y, en ese lapso, ejercí la Fe dentro del hospital con oraciones, porque ni mi esposa ni yo aceptamos esa situación.
Con el paso de los días, el equipo médico consideró, en lugar de amputar el pie, hacer un raspado local y se realizó esta cirugía. Sin embargo, me quedó un ‘agujero’ en el pie y hubo la necesidad de hacer un injerto, que tampoco acepté».
La perseverancia de Vilson fue decisiva para que ocurriera el milagro. “Cuando ya estaba dado de alta, seguí manifestando la Fe participando los martes de sanidad”, dice. El resultado ya era el esperado por Vilson, como describe: “No necesité hacer el injerto y los exámenes, antes alterados, constataron normalidad. Ya no había ni siquiera diabetes. Fui sanado de todo”, revela.
RESPUESTA
Vilson señala que, aun ejerciendo su Fe, las pautas que le dieron los médicos también fueron consideradas y seguidas durante todo el período de tratamiento, como el uso de antibióticos y otros medicamentos, pero que, en ningún momento, dudó de que, debido a su fe, Dios no lo dejaría sin respuesta. “Estoy completamente curado, con la misma salud que un niño y con exámenes normales. Ahora he vuelto a tener una vida normal”, celebra.