Siempre existe quien pregunte: ¿Por qué existen personas que hace tanto que están en el Evangelio, y que no llegan a ningún lugar? Tanto en lo que se refiere a la relación con Dios (Salvación), como a la conquista de una vida terrena digna.
A la vez que, personas recién llegadas, aún llenas de cosas por cambiar y transformar, están avanzando en todos los sentidos, conquistando y glorificando a Dios.
La respuesta es muy simple: todo eso se da por la inversión que se hace o no en la Profecía.
Veamos el caso de Judas, símbolo de alguien con cierto tiempo delante de Dios, que ya caminaba con Jesús (Profecía) desde hacía más de 3 años y que renunció a Él por 30 monedas, dinero este que el diablo no dejó que usara para nada, pues se llevó su vida y alma antes. Mateo 27:3-5
Ahora veamos el caso de la pecadora, llena de errores y fallas, muy nueva en la fe y que, en un acto de entrega y sacrificio, derramó un perfume de 300 denarios (el valor de 300 días de trabajo) para justificar su fe en Jesús (Profecía). Juan 12:1-8
La Profecía determinó que donde fuese predicado el Evangelio se hiciese memoria de la fe desea mujer. ¿Y de quién estamos hablando nosotros ahora?