Matrimonio. La sola mención de la palabra trae a la mente la imagen de los recién casados enamorados, el vestido de novia, el ramo, la esta, los regalos y el viaje de luna de miel. Es el momento de celebración del amor, ya que la pareja finalmente realizará el deseo de vivir juntos.
Verdad indiscutible
Hoy en día, vemos una generación que declara la lucha por sus derechos, pero se ve incapaz de usar la misma fuerza para mantener el matrimonio ya que, lamentablemente, les fue enseñado a sustituirlo fácilmente. En este escenario, los discursos ideológicos, crean ambientes que “pone” a los hombres contra las mujeres y los coloca en una caja de falsa igualdad, con la visión de que el matrimonio es algo descartable y banal. Pero esa alianza entre un hombre y una mujer no es una institución fallida, como muchos arman. Tampoco se resume a un pedazo de papel, ni a una esta. Un matrimonio se construye a diario.
Después de todo, si el matrimonio va mal, la tendencia es que las demás áreas sigan también rumbo al precipicio.
El hecho es que, sin las herramientas adecuadas, ninguna unión resiste.
Sin embargo, no piense que son herramientas de mantenimiento correctivo, utilizadas cuando surgen problemas.
Son, principalmente, para el mantenimiento preventivo que, como su nombre lo indica, busca anticiparse a los problemas.
No son herramientas de fantasía, por el contrario, son simples elecciones cotidianas, como conversar, en lugar de discutir; disfrutar de la compañía del otro sin interrupciones; y ser humildes tanto al hablar como al escuchar.
De una vida fracasada, a ser inmensamente feliz en el amor
Mi vida era un fracaso y no sabía qué hacer para salir de esa situación humillante.
Me involucré con hombres casados, los cuales me utilizaban y después me abandonaban.
Cansada de esa situación visité a brujos, pero nada de eso funcionó, más bien mi vida empeoró, haciendo que cayera cada vez más en ese círculo tóxico.
Al ver que nada funcionaba, me refugié en el alcohol y las fiestas.
Todo mi sufrimiento terminó cuando mi madre me invitó a participar en la Iglesia Universal.
Hoy soy una mujer inmensamente feliz porque aprendí a luchar por mis sueños, incluyendo mi vida sentimental.
Recibí el Espíritu Santo y Él me llenó de amor, felicidad, tranquilidad, paz, y de todo aquello que nunca imaginé tener.
Luché por mi vida sentimental y así fue como conocí a mi esposo quien también había aprendido a luchar por su liberación y por recibir el Espíritu Santo. Hoy estamos felizmente casados porque aprendimos a depender 100% de la voluntad de Dios para poder lograr toda la felicidad que tanto anhelábamos encontrar.
•• Rosa y Gabriel Cazares, esposos.