Con el aumento del desempleo, el emprendimiento se vuelve una alternativa para obtener ingresos. Por ese motivo, muchos han optado por emprender, sin embrago, la voluntad o la necesidad de abrir un negocio propio no son suficientes para alcanzar el éxito, también es necesario planeamiento. Ser un microempresario exige algunas competencias, entre ellas, un excelente planeamiento financiero y la habilidad de relacionarse y de vender su prestación de servicios o su producto.
Hay algunos factores que hacen que el emprendimiento arranque, como la creatividad, innovación y flexibilidad de crear nuevos negocios.
En este período desafiador de la pandemia, muchos han prosperado. Vale recordar que, en Su Palabra, Dios promete acumular bendiciones al fiel. “El hombre fiel abundará en bendiciones…” Pv. 28:20; y “El reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad.” Pv. 2:7
Por lo tanto, quien mantiene un Pacto con la Palabra, cosechará siempre Sus promesas.
“Emprendí respaldada en la Palabra”
Cuando mis padres se separaron, mi madre asumió la responsabilidad de sustentar a sus siete hijos trabajando como empleada doméstica. Para ayudar con los gastos, comencé a trabajar a los 13 años. Cuidé niños y repartía volantes en la calle. Después trabajé en ventas, pero la dueña me trataba mal y me pagaba poco. Cambié de empleo y llegué a pensar en abrir mi propia empresa, pero me faltaba valor y dinero. Fui llamada para trabajar en una empresa multinacional. Creí que finalmente mi vida cambiaría, pero mi función era cambiar tonners de impresora.
El salario bajo y la poca perspectiva de crecimiento profesional me llevaron a buscar una alternativa. Tenía que tomar una actitud. Conversé con Dios e hice un Pacto con Su Palabra, y mi visión cambió, empecé mi empresa en la sala de mi casa, pasé a planear estrategias aún no teniendo condiciones.
No fue fácil, pero Dios abrió las puertas para estructurar mi empresa. Hoy puedo disfrutar de todo lo que mi Pacto con la Palabra me proveyó, culmina.