A los 35 años, quedé embarazada por segunda vez. En el primer mes de embarazo, sentí un dolor y fui al hospital. Me informaron que podría estar sufriendo un aborto espontáneo. Salí del hospital y fui directo al Altar de la Iglesia. Mi fe me hizo estar segura de que tendría al niño.
Faltaban ocho días para completar los seis meses de embarazo pero tuve que ser hospitalizada de emergencia.
Empecé a sentir contracciones y, sin ayuda médica, tuve al bebé. Fue muy difícil, estaba débil y lloraba mucho. Para empeorar la situación, no había incubadora y él sólo tendría dos horas de vida. Los médicos me dijeron: ‘Ve a ver a tu hijo mientras está vivo’. Déterminé: le mostraré el tamaño de mi Dios. Sólo voy a ver a mi hijo mañana y vivo’. Y, para sorpresa del equipo médico, el niño sobrevivió.
Pero, a los 15 días recibí la noticia de que mi hijo había fallecido. Pedí verlo, y cuando estuve ahí, puse mi mano sobre él e hice una oración muy fuerte y le dije a Dios que, si era Su Voluntad, Él podía llevárselo. Fue entonces cuando mi hijo revivió.
Los médicos dijeron que era un milagro de Dios. Hoy, a los 9 años, Samuel es un niño sano. No tuvo secuelas, sólo la cicatriz de una cirugía.
•• Sra. Elizangela, junto a su hijo Samuel