Hora de ir a casa. Él inmediatamente se acuerda de su mujer con aquella cara de enfado de cuando salió de la casa por la mañana – ¡la misma que un día era tan amable! Se siente tentado de no volver a casa y esa tentación se vuelve más fuerte cada día, pues la situación parece no cambiar nunca.
Se acuerda de lo diferente que era todo cuando se conocieron. Era la mujer de sus sueños y, repentinamente, se enamoró de ella. “¿Qué pasó con aquel amor que un día compartíamos?” Se pregunta una y otra vez, pero no encuentra la respuesta.
El sabio Salomón, casado con mil mujeres, dice que las peleas de las mujeres son como un goteo continuo (Proverbios 19:13). ¿Sabes aquel barullo irritante de la gotera? ¡Es eso mismo! Una de las cosas que, verdaderamente deja al hombre de mal humor es precisamente el mal humor de su mujer.
Él puede pasar por muchos problemas y sobrevivir a todos ellos con su propia fuerza, pero una esposa difícil es un desafío que la mayoría de los hombres no consiguen superar. Ella piensa que siempre fue así y que, si él le ama de verdad, debe acostumbrarse a eso. Además de eso, en s u interior todo lo que quiere es que él reconozca sus propios errores y humildemente le pida perdón. El problema es que él no los ve y no consigue entender lo que ella quiere.
Entonces, continúan viviendo ese matrimonio como si fuese una carga. Ella se irrita por el hecho de que él no le pregunta qué ha hecho mal; como también, el odia tener que llegar a casa y verla con aquella cara amargada día tras día. ¿Hasta cuando? Ésa es la pregunta clave. Está claro que ambos están equivocados y que necesitan cambiar. Imagínate en la situación de Tu marido, como la mayoría de los hombres, probablemente no consigue ver las señales que le ha dado. “La mujer sabia edifica la casa, pero la necia con sus manos la derriba” Proverbios 14:1
Observa que la Biblia dice que es la mujer quien edifica la casa, no el hombre. Cuando llevas a tu marido al límite de la extenuación, estás derrumbando tu casa con tus propias manos.