En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. (Juan 7:37-38)
La vida sin el Espíritu Santo es vacía y sin sabor, porque Él es el agua viva que Jesús dá; ya que el agua de este mundo no puede calmar la sed del alma.
Muchos quieren ser saciados con el agua de este mundo, buscando la solución de sus problemas, pero eso no llena el vacío del alma, es decir, eso no satisface el alma.
Por ejemplo, el sueño de muchos era casarse y pensaron que así serían felices, pero después que se casaron se dieron cuenta que continuaban vacíos e infelices. Lo mismo sucede con todos los anhelos por las cosas de este mundo: comida, carro, estudios, matrimonio, dinero, etc., pues todo aquello es temporal y al ser alcanzados, aunque dan una sensación de bienestar temporal, no solucionan el vacío del alma, porque el agua del Espíritu Santo es lo único que llena, que le completa, le hace feliz de verdad y para siempre.
La sed de la que habla el Señor Jesús, no es la realización de los sueños personales, ni de las cosas de este mundo, sino del agua del Espíritu Santo que Jesús ofrece, que es una fuente de la que siempre está brotando agua y que no se detiene. Así es la persona que recibe el Espíritu Santo, de ella brota vida todo el tiempo.
Infelizmente, los que no tienen esta agua viva, continuamente viven lamentándose de su condición y están siempre buscando llenar ese vacío con las emociones de este mundo, pero el Espíritu Santo es insustituible, por eso ellas no consiguen saciar la sed del alma con nada. Así como el agua no se puede sustituir con nada, así el agua de vida, que es el Espíritu de vida, no puede ser sustituido con las cosas vanas de este mundo.
Quien desee recibir el Espíritu Santo, el Agua de Vida, primero debe vaciarse de sí mismo, luego Él vendrá sobre usted y transformará su vida por completo.
Quien se convierte en una fuente de agua viva, es feliz en todas las condiciones, no es que ella se conforme con la situación, ¡no! ella usa la fe dada por el Espíritu Santo, y de fe en fe va venciendo sus problemas. Por otro lado, ninguno de los problemas que suceden en su exterior, pueden secar la fuente de agua viva que hay en su interior.
Quien está lleno del Espíritu Santo, no espera nada más de este mundo, porque ya está satisfecha interiormente, pero quien no Lo recibió, vive buscando la felicidad en las cosas de este mundo.
¿Cuál es la sed que usted tiene? ¿Tiene sed de las cosas de este mundo o del Espíritu Santo que es fuente de agua viva? Si su sed es por el Espíritu Santo, con seguridad usted será saciado.