Tengo 19 años pero, ¡no sé si es posible describir la experiencia de ese día!
La primera vez que pisé nuestro terreno, cavé un pozo, enterré el nombre de mi madre y determiné que un día ella estaría allí, participando de la reunión conmigo.
Pasaron tres años y este domingo ella me acompañó. Tenía todo el cuerpo dolorido, y aunque cuando el pastor preguntó ella no quiso contarlo, ¡salió curada de allí! Yo creo que cada día que fue construida la Catedral, los ojos de Dios estuvieron sobre ese lugar y Él habrá visto mi pedido enterrado allí y construido día a día.
En cuanto a mí, yo sabía que iba a ser un día muy especial, cuando llegamos y esperamos la entrada del obispo, el tecladista cantaba y allí me olvidé de que estaba en medio de una multitud, estábamos solo Dios y yo. Le pedí que hablase conmigo, que Se revelara a mí y que lo que ocurriese quedara grabado en mí para el resto de mi vida.
Días antes yo no sabía qué hacer, me preguntaba si lo que Dios quería de mí era aquello de lo que yo no me veía capaz. Sucedieron situaciones, elecciones, miedo, duda, inseguridad, ¡pero allí decidiría lo correcto! Todas las cosas cooperaban, sí, ¡pero fue ese domingo que algo se reavivó dentro de mí!
Cuando el obispo dijo esas palabras: “Cuando usted sea el propio sacrificio, entonces el fuego del Altísimo se encenderá sobre usted y las promesas de Dios lo alcanzarán”. ¡Ahhhh! Todo lo que yo me había resistido a Dios, ya no había cómo huir, todo quedó tan claro, todo tuvo sentido para mí.
Empezó la búsqueda y el obispo dijo: “Dígale a Dios que FINALMENTE USTED SE RINDE y ese viento suave es Él soplando sobre usted”. El cielo estaba nublado, pero en ese momento, de los cielos surgió un sol, el viento suave tocó mi rostro, y yo Le dije: “¡AH! ¡FINALMENTE YO ME RINDO!
No fue una emoción, sino una certeza, al instante el fuego se encendió dentro de mí, fue igual en mi encuentro con Dios, comprendí muchas cosas, todo cambió ¡y yo hubiera querido poder salir corriendo para contarle a todos el Jesús que yo había encontrado!
Mis amigas me dicen: hubo conversión, jeje. Pero yo digo que hubo mucho más. Ahora sé para qué nací, ¡finalmente me rendí de verdad!
Valquiria Dias