Si fuéremos infieles, Él permanece el; Él no puede negarse a sí mismo. (2 Timoteo 2:13).
¿Qué tiene que ver este versículo con la vida amorosa? ¡Todo! Aunque se esté refiriendo a la fidelidad del Señor Jesús con respecto a Su Palabra, Él nos da una dirección poderosa para transformar su relación.
¿De qué manera? Así como la fidelidad del Señor Jesús es inmutable, aun cuando somos infieles, porque ser él forma parte de Su carácter, de igual modo, también debe ser nuestra conducta, nuestro carácter, dentro de nuestra relación. Es decir, seguir haciendo lo correcto, aunque el otro no lo haga. No cambie su esencia Tal vez, usted se siente frustrado y ha pensado en desistir de su relación porque está cansado de dar y no recibir nada a cambio, por eso se siente menospreciado y desmotivado.
El problema, no obstante, es que usted se ha preocupado más por lo que está recibiendo, que por lo que está dando. Cuando simplemente debería continuar dando, así como lo hace Jesús. Él no cambia su esencia cuando es rechazado o maltratado por alguien.
Al contrario, Él continúa siendo quien es: el, justo, amoroso, misericordioso, paciente. En n, continúa exhalando Su perfume, independientemente de las influencias externas.
Así también es la vida de pareja. Cuando trata a su cónyuge con amor, respeto, fidelidad, consideración, aun cuando no hay reciprocidad, está siendo el, antes que todo a usted mismo y a Dios.
No conseguía entender la importancia de valorar a mi esposa y familia..
Desde los catorce años comencé a beber licor, eso poco a poco me tornó un hombre depresivo y vacío. Me hice de compromiso y pensé que iba a cambiar con las nuevas responsabilidades, pero en realidad todo empeoró.
Iba a prostíbulos a buscar placer en otras mujeres.
Nunca le contaba a mi esposa los conflictos internos que tenía, por el contrario, delante de ella me comportaba con crueldad, por eso la maltrataba físicamente, ella intentaba concientizarme para que yo tomara en serio mi papel de cabeza de hogar, pero no lo entendía, prefería seguir comportándome como un joven sin compromiso.
No conseguía solventar las necesidades de mi familia como: comida, ropa y una casa digna. Mi esposa fue invitada a la Iglesia Universal y poco tiempo después vi un cambio en ella; yo, ya no soportando todos los fracasos que habían en mi vida, acepté ir a la Iglesia. Desde el primer día me sentí tranquilo, nunca más volví a tomar.
El Espíritu Santo me transformó de adentro hacía afuera, pasé a tener paz y alegría verdadera, Él me dio dirección para alcanzar la estabilidad en el área económica, aprendí a valorar y considerar a mi esposa. Hoy entre nosotros hay respeto y armonía.
>> Wilmer Castro y María