«Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, más todavía persiguiendo. Y dijo a los de Sucot: Yo os ruego que deis a la gente que me sigue algunos bocados de pan; porque están cansados, y yo persigo a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián.» Jueces 8:4-5.
Así se encuentran muchas personas en los días de hoy, cansadas de luchar, de hacer sus cadenas e incluso, cansadas de sacrificar. Gedeón había pedido pan para sus soldados, algo que sólo se hacía como premio para los soldados cuando regresaban de la batalla.
De la misma manera, muchos han querido conquistar las bendiciones, sin tener que hacer el sacrificio necesario, sin querer pagar el precio. Si usted comenzó una guerra contra sus problemas debe terminarla, no piense que si se cansa y deja de luchar y sacrificar recibirá algo de Dios. «Y los principales de Sucot respondieron: ¿Están ya Zeba y Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tu ejército?» Jueces 8:6.
En otras palabras, ¿Cómo disfrutar de los beneficios, sin primero haber derrotado a los enemigos? ¿Cómo descansar, si aún no han obtenido la victoria?
En ese momento volvió a despertarse el Gedeón indignado, ya que, aún habiendo vencido a un ejército de más de 100.000 hombres, faltaban los reyes Zeba y Zalmuna, quienes fueron los principales causantes del sufrimiento del pueblo de Israel.
«Y huyendo Zeba y Zalmuna, él los siguió; y prendió a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, y llenó de espanto a todo el ejército.» Jueces 8:12
Luego de haber capturado a los reyes, Gedeón dijo a su primogénito:
«……Levántate, y mátalos. Pero el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues era aún muchacho. Entonces dijeron Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.» Jueces 8:19-21
Cuando una persona no hace por sí misma lo que debe hacer, se torna un objeto de burla de los espíritus causantes de los problemas.
Gedeón ya había vencido al ejército, además de haber perseguido y capturado a los reyes; pero quiso dejar que su hijo tomase la actitud que le correspondía a él, ese mismo error es el que muchos cometen: maridos que esperan una actitud de la esposa, esposas que esperan de la fe del marido, etc. Llegó el momento de no depender de nadie. Así como Gedeón se levantó después de oír esas palabras, levántese usted también, para hacer lo que sólo usted puede hacer para cambiar de vida.
Luego que Gedeón venció, regresó no sólo con la victoria y la libertad del pueblo de Israel, sino que, regresó rico habiendo tomado los tesoros de los reyes de Madián. Si se hubiese conformado con el simple hecho de acabar con el ejército enemigo, que ya garantizaba que el pueblo de Israel nunca más sería oprimido, continuaría pobre.
¡Venza el cansancio, no dependa de nadie, continúe hasta el fin, porque usted verá las maravillas de Dios en su vida!