Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. Daniel 5:27
En el comercio en general, es conocida la importancia de una balanza para el pesaje de varios tipos de materiales, desde los más livianos hasta los más pesados.
Esta tiene que ser precisa, para garantizar que el consumidor pague el precio justo y no sea engañado. Incluso, esa fue una de las órdenes del Propio Dios a Su pueblo, para que no hubiera injusticia en medio de él.
Tendréis balanzas justas, pesas justas, un efa justo y un hin justo… Levítico 19:36
Belsasar fue el hombre al cual Dios se refirió como a aquel que fue pesado en Su balanza de Justicia, y hallado falto. Este rey, según su estimativa personal, estaba aprobado por sus súbditos, a fin de cuentas, había ocupado el trono que había pertenecido al gran Nabucodonosor.
Pero, a los ojos de Dios, Belsasar estaba reprobado y a punto de perder su reino y la vida. Entre sus muchos pecados, estaba su orgullo y la falta de temor al profanar los utensilios sagrados del Templo.
Además de servir bebidas a sus invitados en los jarros de oro que habían sido consagrados al Altísimo, el rey incluso hizo con ellos homenajes a sus ídolos.
Para Dios, esa fue la gota que rebalsó el vaso de injusticias cometidas por Belsasar.
Aprendemos con esto que el mundo ve solo acciones, pero Dios pesa intenciones, o sea, Él ve lo que hay por detrás de cada actitud del ser humano.
Por eso, podemos entender que el Altar es el mayor emblema de la Justicia de Dios, pues, como una balanza justa, pesa con precisión pensamientos, sentimientos, carácter y motivaciones.
Mientras algunos ven lo que es puesto sobre el Altar solo como valores monetarios, en él, Dios pesa al alma humana.
Cuando se habla de sacrificio, se habla de una entrega total de la vida. Si hay sinceridad o hipocresía en esa entrega, ¡el Altar lo va a decir! Él es la balanza más precisa que existe, pues revela con exactitud lo que somos, y el tipo de fe que tenemos delante de Dios.
¡No se juega con el Altar! Él es el lugar donde se manifiesta la Justicia Divina para quien es verdadero. Pero, para quien lo desprecia, será un lugar de reprobación.
Que, al acercarnos al Altar, podamos decir con la conciencia tranquila, lo mismo que dijo Job:
Que Él me pese en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad. Job 31:6