Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les dijo: —¿Cuánto me quieren dar, y yo les entrego a Jesús?” (Mateo 26:14)
Él fue uno de los 12 apóstoles que Jesús eligió para acompañarlo a lo largo de la caminata predicando el Evangelio. Además de eso, al ser elegido, Judas era el encargado de guardar la bolsa que contenía las ofrendas, tenía la responsabilidad de ser el tesorero del grupo, pero tenía algo que lo ensuciaba: el apego al dinero, y era eso lo que le impedía ver lo sagrado de Dios.
Al igual que los otros discípulos, Judas fue muy amado por el Señor Jesús. Tuvo las mismas oportunidades de crecer espiritualmente, de saber más sobre el Reino de Dios, de recibir el Espíritu de Dios y lo más importante, obtener la salvación del alma, sin embargo, 30 monedas de plata fueron motivo suficiente para traicionar y entregar a su propio Salvador.
Si traemos para nuestros días aquella actitud de Judas, podemos analizar nuestra vida e identificar posibles “monedas de plata” que quizás estén seduciéndonos para que tomemos una actitud de traición.
¿Quién sabe si talvés no estamos cambiando nuestra Salvación por 30 monedas de plata en forma de una amistad que no respeta nuestra fe? ¿O esas 30 monedas están representadas en una relación que no agrada a Dios? ¿O tal vez esas monedas se enmascaran en detalles que hacen que traicionemos a Nuestro Salvador? E incluso, ¿quién sabe si esas 30 monedas no son palabras deshonestas, pequeñas mentiras, falsedad, soberbia, malos ojos, malos pensamientos, odio y malos testimonios por donde hemos pasado?
Todas las personas tienen defectos y cualidades. Algunas dejan sobresalir más las fallas que los aciertos y viceversa. En el caso de Judas, su error vino prácticamente acompañado de un arrepentimiento profundo. Pero, el sentimiento de culpa que él pasó a nutrir después de ver la consecuencia de su acto, lo llevó a la desesperación. Y una vez más, él se equivocó. Él tuvo el poder de decisión y nosotros hoy también estamos teniendo esa oportunidad, somos libres para decidir lo que queremos para nuestra vida, sin embargo jamás estaremos libres de las consecuencias de nuestras decisión.