Siempre tuve problemas en mi hogar por causa del fuerte temperamento que tenía y peleaba con mi esposo por el mínimo motivo. Por otro lado, me sentía excluida de la vida de él, porque no me contaba nada, no dialogaba mucho y eso me hacía pensar que no era parte de su vida.
No había paz en mi hogar y eso era frustrante. Tampoco nos iba bien, siempre nos faltaba el dinero.
Así llegué a la Iglesia Universal, donde aprendí, día tras día, a usar mi fe en Dios y así ser feliz.
Fue en las reuniones donde entendí que ese temperamento fuerte en realidad era una debilidad, porque estaba siendo dominada por mis emociones circunstanciales.
Una vez liberada de todos los males que me llevaban a ser temperamental, empecé a ver a mi esposo de otra manera. Poco a poco aprendí a respetarlo y depender de Dios, para que él también fuera transformado.
Me bauticé en las aguas, tuve un encuentro con Dios y a partir de entonces fui una nueva persona.
Dios me dio la capacidad de conquistar esa nueva vida. Mi esposo, por su parte, también aprendió a aferrarse a la fe, y en ese querer agradar a Dios, me pidió matrimonio y nos casamos. Realmente fue otra bendición, aprendimos a dialogar y a contar el uno con el otro.
Después enfrentamos una enfermedad que afectó a mi hijo, a él se le empezó a hinchar todo el cuerpo, lo llevamos al hospital y el médico dijo que estaba con el 60 por ciento de respiración, que era grave. Luego llegó un momento en que no podía respirar, lo entubaron y lo sedaron por tres días. El doctor dijo que el niño tenía síndrome nefrítico y lo trasladaron a terapia intensiva, diciéndome que él estaba muy mal.
Pero yo no acepté esa enfermedad. Fui a la Iglesia e hice un desafío con Dios y determiné que mi hijo saldría totalmente curado del hospital y que nunca más estaría en esa situación. En el mismo día mi hijo reaccionó, le sacaron las máquinas con las que respiraba y los médicos quedaron impresionados, sin saber lo que había pasado, porque el niño estaba curado.
Aprendimos a depender de la fe que hace, que la palabra de Dios salga del papel y se torne realidad en nuestra vida.